Huella y presencia [tomo I]
HUELLA Y PRESENCIA trunca la valiosa colección, al no devolvérnoslo. Había en Independencia una Casa de Empeños, llamada "El Almirante Latorre", cuya especialidad era el Testut por tomos sueltos. La primera pieza humana que me tocó anatomizar era una articulación de hombro, putrefacta,que me dejó el olor en los dedos por mucho tiempo. Fue nuestro profesor el Dr. David Benavente, a quien he dedicado varios artículos en la R evista Médica, citándolo textualmente como cronista de ella. Había sido nombrado en 1893 y comisionado en Europa dos años más tarde para estudiar Anatomía, Histología y Embriología. Yéndonos por Independencia, desde Santos Dumont a Panteón, por su- puesto que no estaban terminados el hospital José Joaquín Aguirre ni menos la Escuela de Salubridad, sino casas, derruidas hoy, entre las cuales, si mal no recuerdo, existía la del Dr. José Amello, jefe del Servicio de Guardia del hospital San Vicente de Paul, que se hallaba más adelante, junto a la Escuela de Medicina. A la Escuela y al Hospital los separaba un muro, que hacía un ángulo recto hacia Panteón. Es decir, el hospital San Vicente rodeaba la Escuela: su sección de hombres venía desde Independencia, recta hasta el fondo, e interrumpida en la mitad por su capilla, que se conserva todavía, y de ahí hasta Panteón la sección mujeres, que era más nueva. El hospital San Vicente tenía un frontispicio modificado de dos pisos en Independencia. En el segundo, al medio, estaba la imagen de cuerpo entero del Santo. Abajo, a la entrada, un par de palmeras. Antes de la entrada, junto a la pared de la Escuela, estaba la Clínica Terapéutica del profesor Emilio Aldunate Bascuñán, padre del cirujano y pintor Emilio Aldunate Phillips, artista creador de la sección correspondiente en el Co- legio Médico de Santiago. Después, allí mismo, en un pequeño triángulo trunco, le tocó a Ramón Valdivieso Delaunay ser profesor de Terapéutica. Sacó un enorme tratado, que los progresos terapéuticos han dejado del todo obsoleto. Mientras era Ministro del Presidente Eduardo Frei, el año 1963 fue aprobado el Formulario Nacional de Medicamentos. Llegamos, por fin, a la Escuela de Medicina. ¡Un palacio! Su pórtico imitaba al frontispicio del Partenón. Su fachada se extendía a cada lado en un ala de dos pisos altos, donde pilastras empotradas alternaban con grandes ventanales que, doblando hacia el oriente en sus esquinas, se prolongaban hasta el fondo por los costados norte y sur del edificio. El frontón estaba sobre una terraza con seis columnas jónicas, que salían de unas gradas de entrada. 30
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