Huella y presencia [tomo I]

CASINO DE LA LAURITA Los años se han acumulado desbordando recuerdos. También aquí, en este lugar en que ha ocurrido de todo, y donde cada acontecimiento de la vida estudiantil o académica, llegaba a comentarse entre los muros del Casino de la Laurita. Desde 1922 Laurita Quiroz Galdames comienza a tomar contacto con los estudiantes de Medicina a través de sus padres que instalan -en lo que hoy es el hospital Roberto del Río- un horno de barro para cocinar pan amasado y empanadas. Así el casino de Laurita se fue adhiriendo a las actividades de la Escuela, sobreviviendo a sus reformas, cambios de lugar, costumbres, a la vez que crecía también la familia universitaria y se hacía más indispensable y más familiar. Citas, discusiones clínicas, actualidad política, anuncios de matri- monio, la partida inesperada de algunos, todo lo que concierne al ser humano, gira allí al compás de un tiempo que no se detiene. En cada ocasión que alguien se acerca a ella a saludarla o entregarle algún mensaje, se levantará la llama de sus emociones y rememorará tantas y tan variadas jornadas transcurridas. Nombres inolvidables: Ramón Val- divieso, Joaquín Luco, Jorge Mardones Restat, Eduardo Cruz-Coke, Héc- tor Croxatto, Guillermo Brinck, Lucas Sierra, Sótero del Río, Alejandro Carretón, entre tantos... También bajo el alero de su Casino se vivieron inolvidables jornadas de Teatro encabezadas por los Ores. Marco Antonio de la Parra y Osear González Campos con sus obras en estreno absoluto. Abuelos, padres, hijos en una misma familia vuelcan en su memoria hojas de calendario pletóricas de anécdotas,desde la transformación del lenguaje a las de las vestimentas, vale decir, desde el sombrero alón al blue jeans. Todo lo acepta y comenta con agrado y simpatía. Hace algunos días la vimos atendiendo solícita al Dr. Claudio Costa, quien debía practicarse algunos exámenes médicos y el frío de la espera aconsejaba una buena taza de café con leche. Ambos disfrutaban alegre- mente sus recuerdos. "Escribiremos algún día la historia completa de su Casino", señaló el Dr. Costa. "Sería bueno, pues ya estoy cediendo mi lugar po rque la salud me está afectando, pero no me iré de aquí por ningún motivo. No puedo vivir sin este Casino que ha sido, a pesar de todo, lo mejor de mi vida. Es incomparable el cariño, el recuerdo de tantos alum- nos, algunos casi tan antiguos como yo. Pero las chicas (sobrinas) 155

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