Huella y presencia [tomo I]
CRÓl'\ICAS "Mis recuerdos son tantos, y pareciera que mi vida personal y la de mi Escuela o Facultad como se llama ahora, fueran una sola. Momentos de alegría y tristeza. Sólo que hay que aprender a enfrentar las cosas con el mejor ánimo y tratar de dejar los problemas al lado de afuera de la puerta para no desatender nuestras responsabilidades". -Se dice de Ud. que es muy considerado por su mane ra de tratar especialmente a las damas ... "Bueno, algo de cierto hay en ello. Las damas son un tesorito que hay que saber cuidar. Ellas lo apo rnan todo y por tanto hay que tratarlas como si fueran flores...". "En otro aspecto, el recuerdo más doloroso y vivo que conservo es el incendio de la Escuela en el año 1948. Y con mayor razón en estos días en que se ha incendiado la Facultad de Química y Farmacia. En aquella ocasión hicimos esfuerzos arriesgados por salvar algo del material de nues- tro Laboratorio. Fue un hecho que nos marcó profundamente y por largo tiempo". ERASMO MADRID CASTRO. Nació en 1923. Ingresó a la Escuela de Medicina en 1940. Se considera por ta nto, el funcionario más antiguo y se ha de- sempeñado siempre en trabajos prácticos y experimentos con animales, en el Departamento de Fisiología. Sus recuerdos están matizados de anécdotas y también de momentos tristes , como la muerte de su compañero y funcionario de la Escuela Dn. Juan Cortés Espinoza. En otro aspecto lleva como un honor el haber trabajado con el Dr. Torres que venía desde Inglaterra y era colaborador de uno de los inventores de la penicilina, el Dr. Fleming. Recuerda a grandes investigadores como fue la Dra. Daysi Benítez, radicada hoy en México y el Dr. Humbeno Viveros con quien se formó en sus primeros años. Colabora con el Dr. Carlos de Filippi desde hace ya más de 12 años. Es precisamente allí,donde hace algunos días se le ha rendido un homenaje a su larga y fiel trayectoria. "Estoy ya despidiéndome de esta Casa -nos dice , emocionado-y deseo hacerlo con alegría, recordando una anécdota que ocurrió hace ya más de veinte años, cuando la Dra. Pinto experi- mentaba con unos monos traídos de Estados Unidos y a los que ella operaba del cerebro. Estos manitos eran muy inteligentes y simpáticos, pero a su vez muy agresivos. Una vez se las ingeniaron para abrir la jaula y escapar. Vinieron los bomberos y carabineros a tratar de rescatarlos antes de que ocasionaran algún daño. Lo terrible fue que uno de ellos se entró a las habitaciones de las monjitas y ellas salieron escapando entre los chillidos del mono que las perseguía... Es bueno conservar la alegría, lo alivia a uno de sus males y estos recuerdos forman parte de cuanto se ha vivido en 151
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