Huella y presencia [tomo I]
Dr. EDUARDO ROSSELOT J. con raíces más hondas para seguir lrabajando, en el medio donde mez- quinos crilerios intenlaron cercenar su despliegue? Gustavo Hoecker nos pareció dislinlo. Algo de premedilada arrogancia, talvez para mantener dislancia con los alumnos que inlentaban, en una pueril audacia, rebasar sus dominios del laboralorio de biología. Talvez había allí algún alisbo de la concepción que bullía en su menle y que plasmaba en modelos biológicos de lrasplantes, para escudriñar los me- canismosde prolección en moléculas ycélulas, lejidos yórganos, en diversas especies animales y en el hombre. ¡Cómo no recordar, a propósilo de esta ubicuidad conceptual, los esquemas fractales que hoy emergen en la leoría del caos y que vinculan niveles del universo tan disímiles! La verdad, mi mayor aproximación a Gustavo Hoecker en la época de alumno fue experimentando en un protocolo de aprendiz con tras- plantes culáneos que resistían su integración en los dorsos peludos de conejos oji-rojos. Tardes lentas en la atmósfera de éter y colodión sobre los mesones de lrabajo, los injertos rebeldes, quizás más por impericia (quirúrgica) que por incompalibilidad celular, como nuestras relaciones personales incipientes. Recuerdo más de él un impulso estimulador que de reproches, su optimismo radical sobre los resultados más que un tono 1emeroso de fracaso, juntos un hacer y dejar hacer, madurador y ejem- plarizador, que cogía a los demás y era capaz de aglutinar tirios y lroyanos. Seguramente no cambió con los años, porque en una reunión de colabo- radores del proyecto Chagas , del que fuera iniciador, al rendirle homenaje se destacaba su creatividad, su inteligencia y su senlido común "para haber tenido la visión de reunir un conjunlo lan heterogéneo de científicos y proponerles una tarea común". Y se agregaba que poseía, en reconoci- miento enfático de su naturaleza, "una buena dosis de valentía, conside- rando la fuerte personalidad de cada uno de los integrantes del grupo y la común indisciplina del conjunto". Huelga reconocer en ellos, sus discí- pulos en más de un concepto, a Werner Apt, Antonio Atías, Norbel Galanti, Antonio Morello, Francisco Rothammer, Aldo Solari, revelados por uno de esos tantos... No sólo para proyectos de esta índole ha sido Gustavo Hoecker con- vocante: impulsor de Sociedades, como las de Genética e Inmunología en Chile y la Internacional de Trasplantes, de Facultades como la de Ciencia, de la que fue su primer Decano, y de Academias, como la de Ciencia del Instituto de Chile, de la que fue miembro fundador y Secretario, por más de 10 años, y la de Ciencias del Tercer Mundo que lo eligió miembro como investigador destacado internacionalmente. No dejaremos de recor- dar sus llamados a los académicos de Chile a combatir la carrera atómica en una muestra más de su entrega a misiones difíciles, resueltas y trascen- dentes. Es que en Gustavo Hoecker se ha dado una extraña configuración --quizás no tan escasa entre quienes sobresalen manifiestamente en sus 17
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