Huella y presencia [tomo I]

HUELLA Y PRESENCIA también en imponerse en nuestro continente. ¡Y cuál es la gracia de esto! dirán aquéllos que aún no nacían en esa década. La gracia estuvo en que todo nació y fue realizado por un puñado de estudiantes cuyos únicos medios eran sus sueños y su entusiasmo; comenzaron en modestas salas de clases y crearon el más extraordinario montaje artístico del que la Universidad tenga memoria. Cuando comenzaron ya a presentarse en el Teatro Municipal, los acompañaba un público enfervorizado y fascinado por este nuevo estilo de creación en nuestras artes y que en nuestro país era desconocido. Yo, muy jovencita observaba y aplaudía el esfuerzo y el ascenso vertiginoso de estosjóvenes que no se detenían anténada. ¡Aquello era increíble! Fuente Ovejuna, La muerte de un Vendedor, Madre Coraje, el inolvidable conjunto de Ballet de Uthoff y la Sinfónica ofreciendo un Mesías en plena plaza Bulnes y en medio de un silencio sobrecoge.dor. Allí supe yo que tenía un espíritu, que poseía sensibilidad para vibrar con lo que otras sensibilidades creaban, y desde entonces me hice universitaria y amé todo lo que representaba esa fuerza fecunda de nuestra "alma madre". Por eso cuando, muy necesitada, muy urgida por los avatares de la vida, concursé tímidamente a un puesto en esta Universidad y lo obtuve, me sentí, lo repito, altamente privilegiada. Son treinta años que he permanecido instalada en un rinconcito que ha sido mi atalaya. La providencia dispuso que yo ocupara ese lugar, preparado justo a mi medida. Fue un rinconcito adyacente a la entrada principal de la antigua Escuela de Medicina, muy sencillo, con un aire algo folclórico o bohemio y que ostentaba un pretencioso letrero en el que se le ía SERVICIO DE PUBLICACIONES; y en verdad se hacían toda clase de publicaciones, no porque se contara con los medios para hacerlas, sino que se obtenían a fuerza de audacia, astucia y coraje. Todo era muy rústico y al mínimo. Yo, por mi parte, muy orgullosa desempeñaba mi papel de Ayudante en Corrección de Pruebas y debía leerle a la Correctora, en voz alta y durante siete horas, todo papel escrito o libro que por esas cosas de la vida caía por allí. Son muchas las anécdotas para el recuerdo, como la presencia de nuestra inefable Violeta Parra, con su guitarra y sus hijos, niños todavía, apareciendo de vez en cuando, y llenando de colorido el ambiente en improvisadas reuniones después de las horas de trabajo. Se dice también, aunque no me consta, que cierto día apareció por los talleres un joven señor que tímidamente solicitaba se le transcribiera o tipeara el manuscrito de una primera novela que él suponía podía interesar a alguien, la novela se llamaba... "Coronación", y el tímidojoven,José Donoso... nada menos. Así de simpático era el quehacer en esos tiempos. Formamos du- rante muchos años, un grupo heterogéneo, distinto al resto, con las ten- dencias más diversas y los anhelos más increíbles, y aunque las personas han ido rotando al paso de los años, el bizarro matiz de esta Sección aún pe rmanece. No daré nombres para no caer en el agravio de las omisiones, pero para los que se identifiquen en este relato sabrán que su función fue 144

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