Huella y presencia [tomo I]

HUELLA Y PRESENCIA nario con el que tratábamos, cuales agresivos periodistas, de establecer cuál era el patrón ético que guiaba las acciones médicas en la atención de urgencia. De partida, nos fue difícil establecer a quiénes entrevistar, ya que conocíamos a muy pocos docentes y la mayoría no eran clínicos. Fueron por esto elegidos quienes en ese momento aparecían para nosotros como los más a nuestro alcance: los docentes de anatomía normal, los cuales en su mayoría eran cirujanos de urgencia. La mayoría se mostraban sorpren- didos por ver a estos "mechones" manejando un tema como la Ética Médica en los inicios de nuestra carrera, pero con esa maravillosa capacidad que desarrollan los docentes universitarios , de abrirse a lo nue'vo que parece positivo, ninguno se negó a contestar nuestras preguntas. Para nosotros fue muy importante ver cómo se perfilaba más nítidamente la imagen prejuiciada que traíamos de lo que era un médico, cómo trabajaba, qué pensaba, qué valoraba en su equipo médico, en sus pacientes, cómo valo- raba los recursos económicos disponibles para trabajar, para dar un ser- vicio, para retribuirlo, etc. Fue algo que marcó a nuestro curso, así como todo el resto de asignaturas que siguieron a éste a lo largo de los cinco años siguientes: sicología, sicopatología, semiología siquiátrica y siquiatría clínica, que nos acercaron a una visión integral del paciente como hombre. Fue tan fuerte la marca en nuestros compañeros de curso que cuando vinieron los grandes cambios en los años siguientes, en la medicina, la educación y el país en general, este grupo de ex mechones tuvo grandes dificultades para entender en el contexto médico términos como: mercado, autofinanciamiento, prestaciones , cobros, garantías, etc. Lo más gratificante para nosotros,' fue que a medida que crecíamos en nuestra formación comprobábamos con gran orgullo que nuestros do- centes entrevistados vivían y trabajaban consecuentemente con lo que ma- nifestaron en nuestra entrevista inicial, hecho que ha constituido para mí, una gran fuerza interior, que me indicó el rumbo a seguir, durante mi carrera docente en esta Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Santiago, 30 junio de 1992 136

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