Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
Para que nadie quede atrás 99 Y la última humorada de Canelo permanece aún en su muro de Facebook, escrita con fecha 2 de agosto de 2014, (todos preferimos suponer que desde el Más Allá), tras la misa oficiada en su home- naje: “Gracias a todos los que me acompañaron a mí y mi familia el día de hoy”. Es que, como ya escribimos más arriba, se trató de un último adiós que no es verdad porque por ahí anda Canelo, tan presente como un árbol fuerte, siempre en el corazón de sus amigos, sus camara- das y tanta gente que supo de él. Anotaciones al margen: (1) “Amábamos a nuestra Escuela…”· Un tiempo antes de morir, Ca- nelo escribió: Recuerdo a Mario Planet Rojas abriendo una botella de pisco sour, que él mismo preparaba, en su casona esquina de una calle de Ñuñoa, la misma que cuando se abría la puerta de en- trada, tenías que dar un rodeo para no tropezar con los libros que no habían alcanzado lugar en algún anaquel. Don Mario alentaba a sus alumnos, a los que luego convertía en verdaderos compinches, para seguir la aventura del conocimiento y hacer de nuestro noble oficio de periodistas, una carrera. Bajo el alero de su amigo y secre- tario general de la Facultad de Filosof ía y Educación, Astolfo Tapia, Planet lideraba a un grupo de académicos cuyo mayor mérito, a mi modesto juicio, era constituir una manga de provocadores que nos estimulaban a pensar, a investigar para dar sustento a los sueños de cada cual… Cuesta escribir una historia de nuestra escuela. Aque- lla situada en calle Los Aromos, edificación adecuada y adosada a la parte oriente del que fuera el glorioso Instituto Pedagógico. Con todo, dejando a un lado la nostalgia, siento que lo importante es tratar de trasladar esa épica de quienes pasamos por sus aulas y pasillos a nuestras generaciones de recambio… Hoy enfrentamos nuevos desaf íos, y de eso nos darán cuenta quienes se han mante- nido unidos a la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile que, desde mi particular punto de vista, está cumpliendo muchos menos años de los que yo tengo”. (2) Fue el 8 de mayo de 2003 cuando Amapola, con apenas cin- co años, llegó con su madre a un desbordado auditórium José Ca- rrasco Tapia en la Escuela de Periodismo, a la ceremonia en que la Universidad de Chile condecoró al flamante ministro de Cultura de Brasil, Gilberto Gil. El famoso cantante, que pronunció un bello discurso antes de cantar acompañado por una guitarra prestada por el público, recibió una flor de manos de Amapola y abrazó y besó con cariño a la nieta de Enrique Canelo. (3) Acotación de Víctor Manuel Mandujano: Durante nuestra épo- ca en el Diario Financiero, uno de los pocos diarios modernos que se armaban en un bar (el City), Canelo escribía como un mecanó- grafo, con los diez dedos. Ni miraba el teclado, y despachaba unas cuantas carillas en unos minutos, casi sin corregir. Era sorprenden- te, porque en nuestra Escuela de Periodismo de la Universidad Chi- le, nadie nos enseñó a escribir a máquina. Nos tiraban a los leones. Por eso, casi todos escribimos con dos dedos, perdiendo tiempo y generando deformaciones profesionales que se convierten con los años en malestares al cuello, a la espalda y a la columna vertebral. (4) Enrique Canelo Córdova y Mario Gómez López murieron con menos de 24 horas de diferencia, Enrique el 1 de agosto de 2014 y Mario al día siguiente. Con su amigo y colega Gonzalo Mizala. Fundadores del Diario Financiero.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=