Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

Para que nadie quede atrás 73 Jorge Silva Luvecce ANGEL Y DEMONIO Por Gustavo González Rodríguez Quizás tenía todo para ser una especie de ángel en aquellos años en que queríamos tomar el cielo por asalto. Pero la utopía sesentera que nos fue arrebatada por el terrorismo de Estado o por la traición de los políticos profesionales, se fue diluyendo en su caso también por obra de sus demonios internos. Jorge Silva Luvecce, brillante periodista, intelectual avanzado y combatiente revolucionario, fue también un narcisista megalómano y un marido machista y mal- tratador que murió como indigente, consumido por la demencia y una desnutrición avanzada. ¿Por qué recordarlo? Porque escribir sobre el Chico Silva es más que reconstruir aquellos años universitarios mágicos y de plomo que transcurrieron desde mediados de los 60 hasta el gobierno de la Unidad Popular, es más que rememorar las pellejerías y bonda- des del exilio y es más que condolerse por las decepciones de la restauración democrática. Escribir sobre el Chico Silva es todo eso y mucho más: es un ejercicio doloroso y necesario que interpela a nuestra época y desaf ía lo que quisimos ser y terminamos siendo, para bien o para mal, todos nosotros. Esquelético y extrovertido, con un look que remite a Mick Jagger, apareció un día de 1966 por el ahora mítico local de la Escuela de Periodismo de la calle Los Aromos. Venía de Valparaíso, donde ha- bía iniciado sus estudios universitarios. Se destacó de inmediato en el masivo universo de nuestro curso con su cabello castaño claro liso, pómulos hundidos y ojos oscuros que transitaban fácilmente de la picardía a la furia incontrolable. Hiperkinético, divertido y grandilocuente Era hiperkinético y divertido, pero igualmente profundo, sobre todo en las discusiones políticas y literarias. Grandilocuente, al llegar a la Escuela proclamaba su identificación con el Partido Socialista por la vocación latinoamericana e indigenista de su emblema. Se destacaba como un buen orador en las asambleas, donde la izquierda se confrontaba con la Democracia Cristiana en la conducción del movimiento estudiantil. Al mismo tiempo arreciaban los debates en el campo marxista entre “ultras” y “revi- sionistas”, con disputas irreconciliables entre castristas, maoístas y moscovitas. Jorge Silva arrestado en 1969

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