Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
Para que nadie quede atrás 57 Ella siempre supo enfrentar con sabiduría los propios problemas y los de quienes le confiaban los suyos, tranquila y racionalmen- te, para encontrar alivio y la mejor solución. Con buen criterio y esa inmensa ternura que sabía entregar en gestos y en palabras de comprensión por los sentimientos y decisiones del otro. Fue gene- rosa para prodigar amor y amistad. Al término de la dictadura esta mujer emprendedora levantó una pequeña empresa de comunicaciones a la que imprimió la misma calidad y rigurosidad con la que ella siempre laboró. Le gustaba el trabajo en equipo, sabía lo importante que es concitar voluntades, buscar criterios comunes, crear espacios de encuentro. Todo ello, sin predicar, solo con su ejemplo. Su compromiso era a toda prueba, sin confrontación, sino con cla- ridad y calidad. Myriam fue una profesional responsable y democrática, extraor- dinariamente trabajadora, “tejedora” de relaciones profesionales y políticas fructíferas aún en condiciones muy adversas. Cuando parecía que le había llegado el tiempo de disfrutar plena- mente de la vida en su amada parcela de Paine, junto a sus hijos, sus nietas y al “mejor amor de toda su vida”, con quien tenía planes matrimoniales, le sobrevino el mal del siglo en el 2011. Con su entereza habitual, apenas supo de su enfermedad, la Ne- grita tomó como un trabajo seguir todas las indicaciones y trata- mientos para erradicarla. Repetía: Lo que vale la pena es disfrutar de la amistad y el amor y todas las cosas buenas y lindas que nos rodean. Ese es mi mayor y mejor aprendizaje 2011. He aprendido a disfrutar la vida, quizás como nunca lo había hecho, gozando las pequeñas cosas, el naci- miento de mis flores en la parcela, ver correr a mis nietas, los peque- ños gestos de amistad y de amor. No fue extraño, entonces, que familiares, amigos, compañeros y colegas, hayan copado el teatro Camilo Henríquez para despedirla y testimoniarle en el último adiós su cariño, respeto y admiración por una mujer de excepción. (Esta semblanza, aparte del conocimiento directo de la autora, es una síntesis de lo expresado por diversos compañeros y amigos con motivo de la partida de Myriam).
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