Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

38 Aplicando los conocimientos periodísticos adquiridos, Oyarzún empezó a colaborar en la publicación institucional y en la déca- da de los sesenta fue director de la Revista de Carabineros. Pos- teriormente, habiéndose acogido a retiro, optó definitivamente por el periodismo. Para su primer proyecto abrió oficina de re- dacción en calle Alonso Ovalle y con él trabajaron colegas como Josefa Aubá y María Inés Sáenz. Hombre inquieto por las letras, entregó para la posteridad su libro biográfico La Muralla . Más adelante, en su editorial e imprenta ubicada en calle Bascuñán Guerrero con Alameda, creó las publicaciones Aquí Está que cu- bría temas policiales y de actualidad y Supermusicales . Las dos obras colgaban en los quioscos y, en especial, en una estrategia inédita, un equipo especial de canillitas las vendía arriba de los buses asegurando su permanencia. La carta A través de la revista dedicada al mundo artístico, Agustín una vez más dio muestra de su sincera lealtad. Debido a la persecución de la dictadura, después del Golpe me vi obligado a partir a Ve- nezuela. Eran tiempos de muerte y tortura en que a la gente que hubiese pertenecido a la Unidad Popular se le cerraban las puertas laborales. Cuando mi esposa, la actriz Patricia Larraguibel, fue a Televisión Nacional a pedir trabajo para mí, un ex condiscípulo de Periodismo la rechazó aduciendo mi presencia en las temidas lis- tas negras. Incluso a los allendistas se les perseguía estando en el extranjero. Ninguna de esas instrucciones importó para que él me contactara en Caracas. En emotiva carta, pagándome justos emo- lumentos, me designó corresponsal de Supermusicales . Desde allá enviaba una columna de opinión y realizaba entrevistas a chilenos que llegaban a actuar junto al río Guaire. Confieso que no le tomé el peso a la tarea desempeñada hasta la tarde de octubre de 1978 en que me tocó ir a conversar con Fernando Ubiergo al ho- tel Anauco Hilton. El muchacho cursaba la carrera en nuestra Es- cuela y con sus creaciones se había transformado en la figura más brillante de su generación. En gira por el continente, procedente de Lima, lo aguardé al borde de la alberca acompañado del fotógrafo y camarógrafo Hernán Garrido, asimismo viviendo el exilio. Casi me caigo al agua cuando al verme lanza la exclamación: –No me diga que es el famoso corresponsal de la popular Supermu- sicales. Es un honor para mí ser entrevistado por usted. Achunchado por su inocente reacción, me deshice en explicacio- nes mientras su representante Jorge Mackenna exponía acerca de la sencillez del cantautor y yo, internamente, agradecía al Paco la oportunidad brindada en horas amargas para mantener contacto con Chile. El busto Brinco ahora más atrás. Séptimo mes de 1974, pleno de pavor, san- gre, incertidumbre, otorga a Oyarzún la oportunidad de demos- trar el auténtico afecto que siente por el plantel en que se formó como reportero. Recibo su llamada: –Toño, por razones que son de dominio público, el año pasado no se celebraron los veinte años de la fundación de nuestra Escuela. Considero que, en condición de ex alumnos, deberíamos desarrollar una iniciativa. Estoy pensando en algo así como regalar un busto de Ramón Cortés para que luzca en el patio del edificio de Macul. Es evidente que para concretarlo tendríamos que realizar una colecta entre los ex compañeros. Su acto inaugural a fin de año, además nos serviría para un reencuentro de amigos después de los dif íciles momentos vividos. No quisiera omitir nombres, si olvido alguno, perdónenme, sin embargo creo que en la Comisión pro Busto estuvimos Manolo Bravo, Werner Arias, Juan Rocha, quien escribe y Agustín. Él, por supuesto, confeccionó el listado con apellidos adinerados a quie- Fernando Jaras, Lidia Baltra y Agustín Oyarzún

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