Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

34 Eduardo Ted Córdova-Claure MI AMIGO TED Por Abraham Santibáñez Nos conocimos hace mucho más de medio siglo. Fue en la que San- tiago del Campo bautizaría como “la guagua de fierro, cemento y cristal”, el entonces flamante edifico de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, en los confines del Instituto Pedagógico. Ted Córdova (más tarde optó por firmarse Córdova-Claure) venía de Bolivia, porque su padre insistía que estudiara Arquitectura. Yo venía de más cerca, de Vicuña Mackenna al llegar a Plaza Italia, donde había estudiado Química y Farmacia por un año. Desde entonces, fuimos buenos amigos, aunque no coincidíamos en todo: en la amistad y en el matrimonio pensar siempre igual no ayuda mucho. Pero creíamos en el periodismo y mirábamos al mundo con sano escepticismo, dudando siempre de las verdades oficiales y las consignas partidistas. En esos días, con apoyo de otros compañeros, creamos un diario mural: Sygma. Era una placa de madera terciada cortada como pa- leta de pintor. Era una manera práctica de aplicar nuestros cono- cimientos. Un día nos llegó una carta del director de la Escuela, Santiago del Campo. Hacía valer su derecho a rectificación para aclarar algo que habíamos afirmado. En vez de imponer su autori- dad, nuestro “colega” del Campo simplemente nos pedía publicar su carta. Así lo hicimos. Al terminar el primer período de clases estrenamos una mini-co- media musical del propio Ted: Detrás de la puerta angosta , repleta de alusiones a personajes y situaciones de la Escuela. Peripecias en el sur Unas semanas después partimos mochileando al sur. A veces en micro, a veces en tren, a veces “haciendo dedo”, llegamos hasta ori- llas del lago Villarrica donde nos instalamos en una vetusta carpa de lona, desechada (con razón) por el Ejército. Leíamos, nos bañá- bamos en las frías aguas del lago junto al Toltén y conversamos lar- gamente junto a improvisadas fogatas. Yo ya me había iniciado en Hemingway, pero con Ted lo aprecié más y –supongo– ambos nos identificábamos con su carrera de reportero de guerra y escritor. El viaje me enseñó de Chile mucho más de lo que sabía: anduvimos El joven reportero Ted Córdova en el Muro de Berlín

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