Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

Para que nadie quede atrás 253 lograron derrocar al rector designado José Luis Federici–, las clases se prolongaron hasta enero y junto a su compañera Mi- reya Seguel tomó una micro cuyo chofer se molestó demasiado por tener que dejarlos pasar con pase escolar. “Nos subimos a la micro y este hombre nos insultó por andar con carné escolar a esas alturas del verano. Nos pidió que bajáramos, pero Claudio no lo hizo. Al contrario, se molestó tanto, que comenzó a res- ponderle con los mismos garabatos durante el trayecto de unas 25 cuadras. Yo estaba aterrada de que el conductor nos hiciera algo al bajar y le pedí que lo hiciéramos antes, pero él se negó y me dijo molesto: «Mireya, tenemos tan pocos derechos, que los que tenemos hay que defenderlos», dejándome callada. Desde entonces, lo admiré y cada vez que siento que alguien pretende pasarme a llevar me acuerdo de él y no dejo que eso suceda” , reflexiona Mireya. Su amiga En sus años universitarios, Claudio hizo muchos amigos y amigas. Pero entre todos ellos, su compañera inseparable fue siempre Inge Buckendahl, junto a quien pasaba largas horas de estudio y con- versación en las escaleras del edificio de calle Belgrado –hoy José Carrasco–, donde estaba la Escuela. Tanto así que era raro ver a Inge sin Claudio, así como también lo De izquierda a derecha: Roberto Rivadeneira, Alexis Nilo, María Paz Epelman, Claudio Le Fort, Alfonso Droguett, Gazi Jalil y Tamara Peñafiel.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=