Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
252 Claudio Le-Fort NUESTRO CHILENO FRANCÉS Por Inge Buckhendal, Verónica Franco y Mireya Seguel Cuando llegó a la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chi- le en abril de 1985, Claudio Le Fort Coltters (Santiago, 17 de di- ciembre de 1966 – Viña del Mar, 11 de septiembre de 1995) llamó de inmediato la atención de sus compañeros por su nombre muy francés pero apariencia muy chilena. De francés, nada. Moreno, de mejillas gordas y una sonrisa que mostraba perfectos dientes e iluminaba su rostro, enormes y ex- presivos ojos; pelo crespo y altura promedio 1.70 m, ingresó a la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile en 1985, cuando tenía 18 años, proveniente directamente del liceo “Leonardo Mu- rialdo” de Recoleta. El estudiante Hijo de Edita y Gustavo, inicialmente Claudio iba a estudiar Odontología y aunque por puntaje entraba sin problemas en esta carrera, algo lo hizo cambiar de opinión e inscribirse en Perio- dismo. Entre sus compañeros destacó desde el principio por su aplicación e inteligencia, pero sobre todo por la pasión con la cual defendía sus ideas cada vez que se enfrascaba en algunos de los debates habituales que por aquellos años eran muy frecuentes entre los estudiantes universitarios. Pero ninguna de sus aptitudes le sirvió para pasar con éxito el curso de Redacción I que impartía el implacable profesor Raúl Muñoz. Tanto así, que a pesar de sus esfuerzos finalmente lo reprobó al igual que el 80% de quienes integraban su generación. Esto sin duda melló su orgullo, pero aun así Claudio siguió a fir- me con su idea de ser periodista, incluso cuando su lengua muy punzante le jugó malas pasadas que lo llevaron a discutir con sus profesores cada vez que a su juicio éstos incurrían en un trato in- justo. Era firme y en ocasiones, atrevido. Como lo fue, por ejem- plo, aquella vez que espetó al destacado director de televisión y periodista Gonzalo Beltrán que iba muy poco a hacer clases y éste se molestó tanto que le respondió: “Cállate, mocoso insolen- te” , delante de sus compañeros. O en otra ocasión, cuando en 1987 –tras el histórico paro de dos meses con el que los estudiantes de la Universidad de Chile
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