Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

Para que nadie quede atrás 243 “Hoy, es simbólico, que en este 20 de diciembre (de 1970, con 18 años) que corresponde al último día de una de las estaciones más hermosas de la naturaleza, en que cada flor preparó sus suaves formas para verse convertida en fruto, toda una generación avan- zó, también, hasta completar su ciclo de maduración y asistir en un futuro próximo o lejano a ver convertirse en firmes estruc- turas las frágiles formas pistilares de aquella flor nacida en esta tierra tan maravillosa que es la formación educacional liceana. “Es hoy, la culminación de una etapa estación de nuestras vidas, de la bella época de liceo, cuyo nostálgico recuerdo nos la traerá mañana, rodeada de ensueños y de adolescentes ilusiones. Para nosotros la significación de este instante es inmensa, porque no han llegado hasta aquí solo las ansias, los esfuerzos, y las angus- tias de un grupo de jóvenes, sino que junto a ellos otros seres sienten, sin duda, la alegría del triunfo y la ansiedad del mañana. Y ellos son nuestros padres y son nuestros maestros. “Queridos padres: Este acto está simbolizando el término de una etapa de vuestra lucha; está simbolizando un descanso en vuestra lucha. Es como el momento en que el pintor se aparta de su obra para contemplarla desde lejos y ver desde allí como va quedan- do. Desde ahora las pinceladas serán diferentes; ellas serán las de conclusión de la obra que ya comienza a existir independiente de su autor. “Estamos en presencia de nuestros progenitores como símbolo de otro ciclo que pertenece a otro eslabón de la cadena humana de la cual también somos parte; y estamos ante ellos como respuesta de que hemos cumplido en este paso hacia la formación del hom- bre. En este aspecto les decimos a los apoderados que siempre estuvimos y estaremos conscientes de cumplir su pensamiento, de cumplir sus sueños, y por qué no decirlo, sus ambiciones. “Nuestros padres, aquí presentes, se formaron bajo moldes di- ferentes, pero la sociedad avanza y, hoy, nosotros venimos a ser como la ampliación del sus brazos, como la realización de sus anticipaciones. En esta etapa, padres y apoderados, les decimos sinceramente que hemos cumplido. La confianza puesta en noso- tros fue realizada y este acto que es una estación de llegada es, al mismo tiempo, una estación de partida”. Con su prosa brillante, atraía la atención de sus compañeros y la mirada de las chicas. A los 18 años ya pertenecía a las Juventudes Comunistas, la popular JJ.CC . Sus pensamientos los deslizaba en el discurso de despedida. “Estimados maestros: Para ustedes una nueva generación cruza ante sus ojos el umbral decisivo. En ella va parte de vuestro ser. En ella van las alegrías, las ambiciones, las esperanzas de quien ve ir parte de su ser más allá de control. “Nuestras palabras para ustedes no serán de agradecimiento. No es nuestra intención agradecer formalmente. Presente está en nosotros la frase nietzscheana: Mal corresponde con su maestro quien no deja nunca de ser su discípulo . Y es por esto que aho- ra, de manera autónoma nos corresponde continuar la obra cu- yos cimientos están en la labor formadora de ustedes, maestros, en nuestro liceo. El reconocimiento de esta labor será dado en la medida que sean nuestros pasos capaces de ser guiados por la senda constructiva y enaltecedora, en la medida que la parte que nos corresponde edificar dé prueba de la solidez de sus bases sobre la que está cimentada. Y ese será nuestro agradecimiento. “Maestros, compañeros: Quisiéramos que, juntos, reflexionára- mos sobre la etapa hasta hoy vivida, su significación en nuestra existencia”. Jaime Valdés estaba feliz con la nueva etapa que él y el país vivía. Iniciaba un nuevo camino pavimentado por un ideal que había cultivado desde niño. “¿De qué manera fue orientadora para al camino que ahora debe- mos recorrer? ¿De qué manera fue nuestro liceo el formador de nuestra personalidad, el crisol en que se fundiera nuestra alma, nuestra alma de hombre naciente incluido, desde ya, en un mundo, en una realidad convulsa y cambiante ante la cual nuestros ojos se enfrentaran con asombro? En una realidad en donde las falencias sociales, políticas, culturales, científicas, filosóficas sufren cambios fundamentales que indican la renovación incesante de condicio- nes de vida que van cada vez en pos del progreso y el bien de la hu-

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