Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
222 Diciembre de 1972: la primicia mundial “De repente escuchamos unos gritos y vimos aparecer a dos hom- bres embarrados hasta la cintura. ¿De dónde salió ese periodista? fue lo primero que se me cruzó por la mente, al darme cuenta que venía hacia nosotros con micrófono y su acompañante con una cá- mara”. Roberto Canessa ha narrado mil y una veces esta anécdota al re- cordar la llegada de Vera y su camarógrafo a Los Maitenes, donde junto a Fernando Parrado recibieron los primeros auxilios y ali- mentos tras ser rescatados por una patrulla de Carabineros. En una entrevista con el programa “Mentiras Verdaderas” del ca- nal La Red, Alipio Vera recordó en detalle ese episodio que, para él, fue el reportaje más importante de su extensa y variada carrera profesional. “Un comisario amigo que tenía en San Fernando me llamó por te- léfono para revelarme que había llegado a sus manos un papel rudi- mentario escrito en parte con un lápiz labial. Decía «somos sobre- vientes del avión uruguayo que cayó en la Cordillera». En un primer momento pensé que podía tratarse de una broma de estudiantes y le pregunté al comisario: es confiable la persona que entregó el papel? Sí, me contestó. Los carabineros de la zona dicen que es un arriero de nombre Sergio Catalán y se puede confiar en él. “Con esa respuesta pedí cámara y con lo puesto me trasladé a San Fernando. Esa misma noche despaché a Santiago el texto de la car- ta que había llegado a Carabineros. La siguiente tarea era ubicar el sendero que conducía a Los Maitenes, donde había tenido contac- to el arriero con los sobrevientes. Recuerdo que había varios perio- distas descansando en sus móviles tras desistir continuar viaje a la espera que amaneciera. A mi equipo lo insté a seguir para encon- trar la ruta, cruzar el río El Azufre y continuar hasta Los Maitenes. Y todo ese trayecto, del que desconocíamos su distancia, lo hici- mos a pie…”. El equipo de TVN caminó toda la noche, pero primero tuvo que sortear las barreras que le pusieron efectivos del Ejército cuando Vera y sus hombres llegaron a un puente que era indispensable cruzar para llegar a Los Maitenes. En esta instancia, Alipio apeló a su ingenio reporteril y se acercó a unos soldados que tenían como misión instalar una carpa al otro lado del río. Los conminó a reali- zar su tarea porque “pronto iba a amanecer”, en circunstancias que faltaban varias horas para que el sol se asomara. Alipio y su camarógrafo se encontraron con un arriero junto a los soldados y mientras estos se alejaban para instalar la carpa, con- vencieron al hombre para que les indicara un sendero por donde llegarían a Los Maitenes. El resto de la historia es conocida. Alipio logró la primicia mun- dial y mientras los primeros reporteros llegaban con la luz del día a donde se encontraban Canessa y Parrado, él bajaba a caballo a la ciudad para despachar su material al canal. Antes de cabalgar cordillera abajo, hizo una “pillería sana”, como él recordaba. En el lugar había cuatro caballos y los reservó todos. La razón era simple: impedir que alguno de sus colegas lo alcanzara en el camino con las entrevistas a los sobrevivientes uruguayos. “Espía comunista” Una de las primeras noticias internacionales que cubrió Alipio fueron las elecciones presidenciales uruguayas en 1972, en las que resultó electo Juan María Bordaberry. Como entonces la guerri- lla local Tupamaros estaba en el apogeo de sus acciones contra el Estado, la vigilancia de los organismos de seguridad se centró en aquellos periodistas que provenían de países gobernados por coa- liciones de izquierda, como el caso chileno. Las consecuencias las pagaron Vera y su equipo de TVN. Fueron detenidos y “desaparecidos” durante tres días bajo el surrealista car- go de ser “espías comunistas”. A los pocos días se olvidaron de ellos y los dejaron en libertad por gestiones de la Cancillería chilena. Estando en TVN, Alipio compartió su trabajo con una correspon- salía para la cadena mexicana Televisa. El día del golpe de Estado salió con Juan Luis Alarcón, su camaró- grafo y compañero en la Escuela de Periodismo. Se parapetaron detrás de unos frondosos árboles en Alameda y Serrano. “Desde
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