Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

Para que nadie quede atrás 221 te inscribas en cualquier carrera de Letras en el Pedagógico (cuyo edificio estaba al lado del de Periodismo) y apruebes todos los ra- mos generales con buenas notas. Y además estudia algún idioma que te va a servir en el Periodismo»”. Alipio siguió al pie de la letra las recomendaciones de Planet. Se anotó en francés, pero también se puso a estudiar latin, que era un idioma “extremadamente dif ícil”. El pase definitivo para cumplir la propuesta de Planet se lo dio As- tolfo Tapia, el secretario general de la Facultad de Filosof ía y Le- tras. “Como dos semanas me levanté todos los días a las cuatro de la mañana y le hice guardia a este caballero para que me recibiera. Finalmente lo conseguí y el decano me dio el pase”. Sus años en la Escuela de Periodismo no fueron fáciles porque de- bió alternar sus estudios con trabajos provisorios para mantener- se económicamente. El primero fue el de inspector del Instituto Barros Arana, donde ya trabajaban sus hermanos José y Arturo. A cambio de techo y comida debía realizar 25 horas semanales de inspección, centrándose principalmente en los últimos años de Se- cundaria. Un par de años después de cumplir esa tarea, el pabellón donde dormía e inspeccionaba de día se incendió, por lo que tuvo que salir a buscar trabajo afuera. Laboró en varias fuentes de soda, con el inconveniente que los turnos terminaban tarde y al otro día tenía que ir al edificio de Periodismo en calle Los Aromos. “En esos años de estudio, donMario Planet fue muy generoso con- migo porque él sabía que yo era un muchacho pobre y tenía que trabajar para cubrir mis gastos esenciales. Como advirtió que mu- chas veces llegaba trasnochado a la Escuela, me tomaba exámenes en la calle literalmente, como ocurrió en una ocasión en la casa central de la U”. Una faceta desconocida de Alipio fue su afición temprana por la fotograf ía, la cual aprovechó para aumentar sus exiguos ingresos. “Las clases de don Domingo Ulloa (profesor de Fotograf ía) me resultaron esenciales para hacerme de algunas monedas. Los fines de semana iba a las canchas del Estadio Nacional a fotografiar a los equipos de aficionados. Con un disparo retrataba a todo el equipo y por lo menos cinco o seis jugadores me compraban las fotos” Su llegada a TVN El primer contacto que tuvo con la televisión no fue como perio- dista sino en la calle vendiendo e instalando antenas en casas y de- partamentos. En 1969, cuando cursaba el último año de Periodismo, uno de sus profesores lo recomendó para integrar el naciente equipo de pren- sa de TVN que formaban entonces experimentados periodistas Emilio Benevides y Manuel Mendoza. El propósito de ellos era or- ganizar un Departamento de Prensa con alumnos recién egresados o por terminar la carrera. En septiembre de ese año, Alipio ingresó al canal público. Sus pri- meras tareas fueron reportear en terreno, incluso trasladándose en micro porque los vehículos de prensa eran muy pocos. “El negro Mendoza, quien era el jefe de informaciones, era muy duro y exi- gente con nosotros, lo que a la larga resultó beneficioso en mi caso porque yo era tímido y de origen campesino. Él me decía que tenía que levantar cabeza y ser más despierto y atento”. Sin duda, Alipio asimiló bien la lección, como lo demostraría más tarde con un golpe periodístico que ha hecho historia. Recorrió y reporteó todos los rincones de Chile.

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