Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
220 el respeto y aprecio de las audiencias por su sencillez, honestidad y apego a las normas básicas de un buen periodista. “Lamento mucho el fallecimiento del querido periodista Alipio Vera, destacado corresponsal, fundador de “Informe Especial” y Premio Nacional de Periodismo. Mis condolencias a su familia, amigos y colegas de sus casas televisas Canal 13, TVN y Mega”, es- cribió Camila Valejo, ministra Secretaria General de Gobierno. Su canción favorita: “Arriba en la cordillera”, de Patricio Manns, re- cordó su hijo Rodrigo, también periodista, en la misa de despedida en el Parque del Recuerdo de Santiago. Huevos por diarios Alipio nació en Puerto Montt en el seno de una familia campesina, que al incrementar su tamaño –eran siete hermanos– se trasladó del campo a la ciudad. Su padre alimentaba a la prole con la compra y venta de animales, los que arriaba a veces en jornadas que duraban varios días. Su madre, con tercer año básico de estudios, apenas sabía leer y escri- bir, pero entendía que sus hijos no tenían que quedarse en el cam- po sino que irse a la ciudad para surgir y labrarse un futuro menos sacrificado. Esa mirada visionaria materna le permitió a Alipio estudiar en el Liceo Manuel Montt de Puerto Montt, donde tuvo de profesora de Castellano a Alba García de Gómez, quien incentivaba a sus alum- nos a ser buenos discípulos. “Nos enseñaba caligraf ía, gramática, ortograf ía, a escribir y a redactar bien”, recordó Alipio hace algu- nos años en una entrevista a fondo que le hizo el programa Menti- ras Verdaderas de la Red. Pero también la profesora les agregó una tarea extra, que consistía en leer los diarios de Santiago del domingo y compararlos con el periódico “El Llanquihue”. “Los comprabámos para leerlos el lunes. Entre todos hacíamos una vaquita para juntar los pesos. El aporte era un huevo cada uno y después los vendíamos. En esa comparación nos dábamos cuenta que los de Santiago estaban mejor escritos. Y la razón era simple: en esos tiempos no llegaban a regiones los periodistas universita- rios y quienes escribían en el diario local eran autodidactas” Su vocación por el periodismo se reforzó con el ritual hogareño del mediodía para escuchar los comentarios del analista político Luis Hernández Parker, en la filial local de radio Minería. “No volaba ni una mosca en la mesa cuando él hablaba”, recordaba Alipio. De Puerto Montt al Barros Arana Completados sus estudios secundarios, el gran desaf ío –siguiendo la recomendación de su madre– fue irse a estudiar a alguna ciudad importante, y eligió Santiago porque ya vivían allí dos hermanos que cumplían labores en el Instituto Nacional Barros Arana. En esos años la universidad era gratuita, lo que fortaleció sus po- sibilidades para seguir estudios superiores. Se inscribió en Perio- dismo como primera opción y después Derecho. El puntaje de la prueba de Bachillerato no le alcanzó para entrar a la carrera de Co- municaciones y quedó en lista de espera en la segunda. “En 1965 hablé con el director de la Escuela, Mario Planet, le dije de donde venía, que quería ser periodista y le rogué que no truncara mis sueños. Me respondió: «mira muchacho, yo no te voy a meter por la ventana pero creo que tienes alguna opción. Te sugiero que Testimonios gráficos de la histórica hazaña periodística de Alipio Vera, en el rescate de los rugbistas uruguayos. Diciembre de 1972.
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