Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
212 Para contextualizar mis recuerdos sobre Ximena Cannobbio, creo que es bueno asomarse a ese curso que ingresó a la Escuela de Pe- riodismo en 1959. Hace la módica suma de 60 años. Ese año, por primera vez, la Escuela dirigida por Ramón Cortez Ponce, recibió gente titulada de otras carreras de la U. Un agróno- mo, profesores de Estado, hasta un dentista, llegaron ese año a las aulas de Los Aromos con Máximo Jeria. Eran gente mayor, hom- bres en su mayoría, que vestían de terno porque trabajaban y en- traban y salían de carrera. Algunos, de a poco, engancharon y pasaron a ser de “los nuestros”. Luego, estaban los que ya laboraban en periodismo, iban a clase cuando podían, siempre corriendo, siempre pidiendo cuadernos prestados. Estaban también los bohemios, tenían que ver con tea- tro, con literatura, vestían de negro y siempre andaban juntos. Y luego, nosotros (en su mayoría, nosotras). Veníamos de la se- cundaria, medio perdidos pero rápidamente encontrados, sin en- tender mucho donde nos habíamos metido, tratando de succionar LA XIMENA DE LOS RECUERDOS Por María Elena Hermosilla de la Escuela y de la vida todo lo que podíamos, locos y locas con la libertad que nos daba la universidad. Esos éramos dos lotes, los que veníamos de un liceo y pronto armamos grupo, y los/las que llegaron de algún renombrado colegio privado. El curso fue una coctelera de experiencias, edades, vivencias e intereses. Sin duda, interesante y valioso para todas y todos. ¿Ami- gos?, tal vez. En muchos casos, los lazos perduraron. Hasta hoy. La Ximena Cannobbio era una mujer alta, imponente, con unos tremendos ojazos, y su Augusto Carmona, que era un poco más bajo, siempre del brazo. Su “lugar de pertenencia”, eran los bo- hemios, pero la Ximena se las arreglaba para hablar con todos y hacerse amiga del resto. La recuerdo cantando en el coro de la Escuela, que se armó entre nosotros con las puras ganas y la cola- boración de Sergio Prieto, cuya polola era de nuestro curso. Si alguien vivió la vida estudiantil a concho, fue la Ximena, en el Cineclub, las Juventudes Musicales Chilenas, el coro, los paseos... Siempre con Augusto a su lado, que era un dirigente político, de Ximena Cannobbio junto al mar.
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