Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
210 neasta y académica de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Univer- sidad de Chile. Alejandra es creadora de documentales como “Zurita, verás no ver”, cuyo personaje central es el poeta Raúl Zurita. Los compañeros de curso de Ximena, en los años 60, la consideraban una lady por su actitud serena, su voz suave y algo afónica y su sonrisa dulce. Pero era también una joven apasionada en el amor, en la profesión y en su com- promiso con la idea de un mundo me- jor. Pertenecía a una familia acomoda- da y sin embargo se rebeló contra ese medio, porque no aceptó un destino burgués. Contra la voluntad de su padre, entró a la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, de la que siempre con- servaría hermosos recuerdos. También su familia aceptó aquella decisión, cuando invitaba a su casa a sus compañeras y compañe- ros de curso y los agasajaba con exquisitas onces. “En la Escuela Ximena se distinguía por ser muy intensa y apasio- nada, como siguió siendo toda su vida. Tenía sus puntos de vista políticos y sus intereses muy claros y ya se perfilaba como la buena periodista que fue”, recuerda Angélica Beas, su compañera y amiga por siempre. Años inquietos Gladys Díaz, también amiga e integrante del curso, relata que “du- rante la toma de la Escuela, en esos inquietos años, todos querían ir al centro de la ciudad a marchar por Cuba o por Vietnam. Nadie quería quedarse a cuidar la toma con su espacio y sus alimentos. Siempre era Ximena la voluntaria. Estaba siempre dispuesta a to- mar en sus manos las tareas que otros rechazaban”. Fue en medio de ese clima que Ximena conoció a su primer espo- so, Augusto Carmona, que fue presidente del Centro de Alumnos y padre de Alejandra, la futura cineasta. Aunque más tarde se sepa- raron, ambos tomaron el mismo rum- bo profesional y se integraron al canal de televisión de la Universidad, don- de Augusto llegó a ser jefe de prensa. Tras el golpe de Estado de 1973, Au- gusto pasó a la clandestinidad en su condición de alto dirigente del MIR (Movimiento de Izquierda Revolu- cionaria). A la medianoche del 7 de diciembre de 1977, cuando llegaba a su casa de la calle Barcelona en la co- muna de San Miguel, lo aguardaba un comando de la CNI (Central Nacio- nal de Informaciones). Los agentes le dispararon por la espalda y lo asesinaron, a los 38 años edad. “Recuerdo que venía llegando del colegio a mi casa. De pronto me sentí angustiada. No sabía por qué. Yo tenía 12 años y ese día mi vida cambió para siempre: Habían matado a mi padre”, dice Alejan- dra en el documental que creó para narrar la vida de Augusto, “En un lugar del cielo”. Pasaje de ida y vuelta Cuatro años antes del asesinato, Ximena había partido exiliada a Berlín Oriental con su hija y su segundo esposo, Julio Fuentes, con quien seguiría unida hasta el último día de sus vidas. En ese am- biente familiar y en la Alemania del este nació el segundo hijo de Ximena, Andrés Fuentes, hoy residente en un tranquilo pueblo al sur de Santiago, convertido en editor audiovisual. “Ellos eran sobre todo humanistas y profesionalmente impecables. Venían de una escuela ética común, que les hacía observar la reali- dad con un profundo sentido crítico”, afirma Andrés al evocar a sus padres. Inquietos como eran, Ximena y Julio no pudieron adaptarse com- pletamente a la vida de BerlínOriental, donde sus amigos alemanes Ximena con sus nietos, Julio y su hija Alejandra.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=