Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
208 Francisco Cataldo no tardó en seguir a René en su paso a la eterni- dad. Murió el 23 de noviembre de 2021, también en Arica. Las andanzas de René por la Escuela de Periodismo hicieron histo- ria y dentro de la legión de amigos que tuvo se encuentra el recor- dado “Chupping Club” que lo integraban, entre otros, Cesar Peters, Kiko Müller, el ecuatoriano Manuel Burneo, Sebastiano Bertolone, Pablo Honorato. Recordamos las largas y entretenidas veladas en “Las Lanzas” de la plaza Ñuñoa. Finalmente quisiera recordar un par de anécdotas que vivimos. La primera ocurre en Caracas. Mi esposa Ximena trataba de viajar a Chile una vez al año ya que su madre viuda vivía sola en Santiago y aprovechaba de llevarle a sus dos nietas para compartir con ella un par de semanas. René y yo trabajábamos juntos y algunos días nos íbamos al de- partamento a conversar y aprovechábamos de prepararnos algo de comer. Yo, nulo para la cocina y mi compañero gustaba de la buena mesa. Mi debilidad, los postres… “¿Sabes hacermanjar con leche condensada como hacíami mamá?”, le pregunté. “Por supuesto –me contestó– es super fácil. Compra- mos un par de tarros de leche y los ponemos en la olla a presión y listo el manjar”. Los tarros en la olla a presión a fuego lento y vamos conversando, escuchando música, una cerveza….pasan los minutos y sin darnos ni cuenta…de pronto una explosión fantástica en la cocina que debe haber alertado a todo el edificio. Los tarros reventados y el manjar había invadido todo el techo de la cocina. Creo que pasamos varias horas intentado limpiar el cielo raso en un esfuerzo infructuoso, pues todo quedó cubierto por el manjar medio quemado. Ni contar el tirón de oreja que me llevé de Ximena, porque ni con el correr de los días fue posible encubrir la tremenda embarrada que dejamos en la cocina. La segunda anécdota ocurrió en Nueva York. Fuimos con René a una feria de muestra de nuevos productos de los sistemas de CCTV (circuitos cerrados de TV), área que mane- jaba mi partner. Uno de esos días le digo a René: “qué te parece que hoy vamos a caminar por Nueva York porque esta ciudad se conoce muy bien caminando”. “Por supuesto –me contesta– yo soy re’ bueno para caminar, pese a mis kilos (él pesaba fácil 100 kilos)”. Estábamos muy cerca de Times Square y partimos caminando ha- cia el sur de Manhattan. Yo iba muy lejos a buscar algo, cerca de la 23th Street. Cuando llegamos yo notaba a René ya un tanto can- sado, pero no decía nada…. Paramos y nos tomamos un refresco sentados y luego le indico: “ya poh, nos vamos de vuelta entonces caminando”. Mi compañero me mira asustado y me pregunta “¿a pie?”. “Claro”… “¡No, no yo aguanto más, tomemos el Subway me- jor!”. Yo reí y le señalé “¿y que no eras bueno para caminar, viejo?”. “¡Sí, pero no para tanto poh!”. La historia termina cuando tomamos el metro para regresar al ho- tel donde se quedó toda la tarde descansando con las patitas arriba de la pared. ¡Por estas y muchas cosas más, mi querido René, serás inolvidable! René con dos de sus nietos. Arica 2016.
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