Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

200 amor por la sabiduría y el conocimiento, que por cierto no te- nían límites. Él era un maestro y, a la vez, un estudiante eterno. “Después de su partida heredé su biblioteca, creyendo que ese era el corazón de su casa, para que pudiera recrear aquella at- mósfera cuando él no estuviese. Y pese a que vive en las fotogra- f ías, en los recuerdos y entre las páginas de sus libros –donde siempre encuentro boletas de supermercado y postales anti- guas–, se fue sin saber que él era el corazón de su casa. Hoy, cursando mi cuarto año de Historia en la universidad, me siento a estudiar con música barroca de fondo, una pila de sus libros sobre la mesa, donde descansan múltiples tazas de café, buscan- do volver a habitar nuestra entrañable noósfera”. Durante la primera década de este siglo, Toño sufrió fuertes acha- ques a su salud y todos sus amigos y compañeros siempre temi- mos lo peor. Sin embargo, fue bastante tiempo después, la mañana del 11 de noviembre de 2019, cuando salía de su casa temprano y nuevamente ágil para dirigirse a sus labores educativas, cuando fue el corazón el que le jugó la fulminante pasada. La noticia circuló vivamente, tristemente, increíblemente, entre todos los que per- dimos así a uno de nuestros mejores. Por lo mismo, concluyo acá estas líneas con las palabras de la madre de los trillizos, la también periodista Tita Colodro, que reflejan grandes verdades íntimas, de corazón vivo respecto de un ser excepcional: “Te fuiste temprano, en la mañana. Te fuiste en paz y tranquilo. Sin aspavientos. Sin molestar. Como siempre lo quisiste. La muer- te te abrazó en un abrazo eterno y amoroso. Te fuiste dejándonos sin tu aroma. Sin tu bondad. Sin tu sonrisa y tu voz encantadora. Sin tu tibieza. Sin tus caminatas por Bilbao inundado, mojándonos los cinco con aquellas lluvias de invierno, siempre recordadas. ¿Te acuerdas cuanto nos reímos? ¿Cuánto lloramos aquel fatal 11 de septiembre? ¿Te acuerdas de Yesterday , cantándomela al oído? ¿O de la Plegaria del labrador ?, con tu voz desgarrada? Siempre te dije que tu versión era mejor que la de Víctor Jara, y te reías. Te reías con pudor y humildad. Hoy ya no estás. Pero estás en nuestros hi- jos. En nuestros nietos. En nuestra Daniela. Escritora, periodista, artista como tú. En nuestro Andrés. Publicista, dibujante y bombe- ro, como tú. En nuestro Alejandro, que le da vida a los bomberos. A los soldaditos de plomo, como tú. Estás en nuestros nietos. En la Amanda, que siguió tus pasos y recorre la historia, como tú. Estás en Vicente, tu cuarto hijo, dibujante y músico, como tú. Estás en cada uno de los nuestros. En nuestras familias. En nuestros amigos. Estás en mi soledad. Estás en mi corazón. En mis recuerdos, para siempre”. En los recuerdos de todos, qué duda cabe. Joven periodista junto al presidente Eduardo Frei M.

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