Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

Para que nadie quede atrás 19 argentinos, un colombiano, un brasileño, un peruano y un hispa- no-estadounidense) ocupó el poblado minero de Teoponte para abrir un foco guerrillero de ef ímera y trágica existencia. De los siete chilenos, cuatro murieron durante la aventura insurgente, otros dos desaparecieron bajo la dictadura de Augusto Pinochet en Chile y solo uno sobrevive. Gustavo Rodríguez Ostria, historiador boliviano y actual embaja- dor del gobierno de Evo Morales en Perú, documentó de manera exhaustiva la génesis, desarrollo y desenlace de este episodio gue- rrillero en las 643 páginas de su libro Sin tiempo para las palabras. Teoponte, la otra guerrilla guevarista en Bolivia (2006). Una obra que da un testimonio certero y a la vez emocionante del fracaso tal vez definitivo del foquismo guerrillero, alimentado por el idealis- mo y la pasión de jóvenes marxistas y cristianos que en su prisa por emular al Che se echaron a combatir al monte sin la instrucción ni el equipamiento ni la infraestructura de retaguardia adecuada. Consecuente con sus ideas e ideales Han transcurrido ya 45 años y las circunstancias de la muerte de Genny y Elmo siguen siendo materia de controversias. Rodríguez Ostria aportó en su libro numerosos datos y testimonios sobre la participación de Crespo en los asesinatos y el ocultamiento de los cadáveres por parte de militantes del ELN en Cochabamba en un intento de evitar una intervención policial que abortara los prepa- rativos guerrilleros. El 19 de septiembre de 2002 el historiador tuvo una larga entrevista con Crespo en Santa Cruz de la Sierra. Al final de la conversación le preguntó: “¿Fuiste tú verdad?”. “Sí, fui yo”, respondió, añadiendo ante otra pregunta que no recordaba si hizo dos o tres disparos. A comienzos de los años 80 tuve en Quito la oportunidad de con- versar con Julia, nombre político de una chilena ya anciana que re- sidía en Bolivia y había pertenecido a las redes de apoyo del ELN, quien corroboraba la versión de que el criminal fue Crespo, im- pulsado por celos o un rechazo a la jefatura que sobre él ejercía Elmo. Pero en 1970, en esos días de rebrote guerrillero e intensifi- cación de las luchas sociales en Bolivia, cobró cuerpo inicialmente la versión de que Catalán y Genny –quien tenía un embarazo de tres meses– habían sido secuestrados por cuerpos de seguridad y brutalmente torturados antes de los asesinatos. El estado en que estaban ambos cuerpos, abandonados durante cuatro días bajo un puente, daba credibilidad a las hipótesis de torturas y de que en el crimen había intervenido la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, la CIA. Desde el propio grupo guerrillero emanaron versiones contradic- torias. La jefatura del ELN, encabezada por Osvaldo “Chato” Pere- do, emitió un comunicado en la noche del 16 de junio donde decía que el crimen fue cometido por un miembro de la organización que disparó contra Genny y Elmo porque este lo había sanciona- do por actos de indisciplina. Dos días antes, otras fuentes del ELN habían culpado de los asesinatos al ejército. La Confederación Uni- versitaria Boliviana y la Central Obrera Boliviana sostenían la mis- ma versión y acusaban a la dictadura de Ovando y a la CIA. El periodista cubano José Bodes Gómez, autor de En la senda del Ché. Biograf ía de Elmo Catalán , publicado el año 2009, aporta va- rios testimonios que sindican a Crespo como agente de la CIA. La hipótesis de que el periodista chileno fue ultimado por la inteligen- cia estadounidense “es indemostrable”, subrayó a su vez Rodríguez Ostria en una reunión en el Círculo de Periodistas de Santiago el 19 de noviembre de 2012, cuando vino a Chile para presentar el Elmo Catalán y Salvador Allende en la campaña presidencial de 1964. Aparecen también el dirigente comunista Volodia Teitelboim y los socialistas Manuel Mandujano y Aniceto Rodríguez, además de la esposa e hijos de este último.

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