Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
186 nuaré dirigiéndome a ella”, anunció. Paula, su hija mayor, destaca el sentido de libertad que su madre imbuyó en la crianza de ella y sus hermanos. Había “pocas reglas”, pero guías para aprender a pensar por sí mismos y tomar decisio- nes, en un ambiente “de mucho amor, donde la familia era lo más importante”. Natalie recuerda a una madre “fuerte, inteligente y sobre todo muy cariñosa, siempre disponible” para sus hijos, que durante su vida entregó todo. “Te fuiste con el sol rosado de la madrugada, pero seguirás conmigo cada segundo de mi vida y me darás fuerza y el amor que necesito”, dijo a su mamá. Alexis, el benjamín, la evocó cariñosa, atenta y aprensiva, a veces exageradamente preocupada por sus hijos. “Veía peligros para no- sotros en todas partes”, esa madre que para él fue “la piedra angu- lar” de la vida familiar, y que ahora le ha hecho tomar conciencia de una lección muy importante, que antes no valoró: el contacto frecuente con sus más cercanos. Revolucionaria dedicada, luchadora de la primera resistencia, compañera inseparable, madre dedicada, abuela cariñosa y feliz de Ami, Milo, Isa, Joe, Evi y Bo, María Clara, “minifaldera en flor de los 70”, como dijo un poeta de nuestros tiempos, estuvo a la altu- ra de las exigencias que la vida le impuso. Una ejemplar mujer de nuestra generación, que ha dejado en la tierra una huella imborra- ble de guerrera, de compañera inseparable de Ricardo, de madre y de abuela. Indeleble en nuestra memoria, honor y gloria para ella. En Holanda. María Clara (al centro), con sus hijas y nietos.
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