Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
18 Elmo Catalán Avilés EL PERIODISTA DE LA PATRIA GRANDE Por Gustavo González Rodríguez En la fría mañana del martes 16 de junio de 1970 se repletó el audi- tórium de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. En la tarde del día anterior las noticias procedentes de Bolivia habían confirmado la muerte violenta de Elmo Catalán Avilés, miembro de la primera generación de estudiantes de nuestro plantel. Mario Planet se dirigió a los estudiantes y académicos: “Hablaré breve- mente, porque no quiero quebrarme ante ustedes como me quebré anoche”, dijo el director de la Escuela, para homenajear con cariño y emoción al periodista chileno asesinado en Cochabamba junto a su compañera, la joven boliviana Genny Köller. Al término de la asamblea marchamos desde la calle Los Aromos hasta el centro de Santiago para exigir justicia ante un crimen que había cobrado la vida de un combatiente internacionalista. Los de- dos acusadores apuntaban a los aparatos de contrainsurgencia de Estados Unidos y la dictadura militar boliviana del general Alfredo Ovando. Así, no fue extraño que el desfile de protesta culminara en la calle Agustinas con el apedreo de la sede del Instituto Chile- no-Norteamericano de Cultura. Elmo Catalán había ingresado clandestinamente a Bolivia en 1969 y al momento de su muerte integraba, como comisario político, el estado mayor del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la guerri- lla creada por Ernesto Che Guevara, que se aprestaba a reabrir la lucha armada mediante un foco insurgente en Teoponte. Ricardo –tal era su nombre de guerra– arrastraba como una frus- tración el no haber combatido junto al Che en Ñancahuazú. Tras la muerte del guerrillero cubano-argentino se integró de lleno a los “elenos”, como se llamaba a los militantes del Partido Socialista de Chile que montaron redes de apoyo y retaguardia para la recons- trucción del ELN. Entre ellos estaba Beatriz Allende, la hija del doctor Salvador Allende, más conocida como Tati. Elmo fue uno de los ocho chilenos que se integraron como gue- rrilleros al ELN. No alcanzó a combatir. Él y Victoria –nombre político de Genny– fueron asesinados en un confuso incidente el 8 de junio de 1970 por Aníbal Crespo, militante también de la organización. Once días después de su muerte, el 19 de junio, la columna de 67 combatientes (54 bolivianos, siete chilenos, dos
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