Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
Para que nadie quede atrás 177 sar como estudiante en práctica al equipo de periodistas del suple- mento femenino Yo Mujer, de Las Ultimas Noticias. Era la más sonriente de todas, tenía el aspecto de mamá gallina con sus hijitos que dentro de sus alitas los conservaba tibios y seguros. Siempre sonreía, eso la hacía ver como una permanente cascada de alegría. Mis recuerdos ya lejanos por la pátina del tiempo la traen a mi me- moria como una mujer activa, joven y práctica que no temía llevar a sus espaldas muchos compromisos laborales y hogareños. Nunca supe cuántos hijos tenía, pero en mi interior la imaginaba organi- zando a una gran familia, en la que ella y su esposo debían proveer. Tengo la impresión de que Bárbara no descuidaba ningún minuto de su vida para entregarse a sus actividades periodísticas allí en las oficinas del Yo Mujer y luego por la tarde saldría de compras para proveer el hogar. Su simpatía natural, su calidad humana y dulzu- ra se dibujaban en cada una de sus sonrisas que las repartía para todos. No tengo otra imagen de mi colega Bárbara. Aunque fue un período fugaz , en mi retina queda esa imagen de sus grandes y vi- vaces ojos y la curva de su labios repartiendo optimismo y alegría.
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