Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
176 Acecho”, donde entrevistábamos a políticos y artistas con un estilo valiente y sin censura. A diversos personajes y políticos de la dicta- dura los acosábamos sin contemplaciones. Recuerdo a Bárbara Ormazábal como una mujer con un exquisito sentido del humor, de gran serenidad, creativa, buena amiga y ca- paz de iluminar el día con su sonrisa y su capacidad de superar los problemas que nos presenta inevitablemente la vida. Su partida fue una gran pérdida para todas nosotras, a pesar de que hacía tiempo que no nos contactábamos. Y yo me quedé con las ganas de haberle dicho cuánto la quería y cuánto la apreciaba. Vuela alto, querida Bárbara. Siempre estarás en nuestros más pre- ciados recuerdos. Gustavo González Rodríguez: Bárbara Ormazábal ingresó a la Escuela el año 1969, cuando mi generación estaba en cuarto, el año final de la carrera. Ese mismo año comencé a trabajar como ayudante de Mario Planet en el ramo de Periodismo Interpretativo y me correspondió hacer clase a los mechones en el segundo semestre. En ese curso estaban Patricia Politzer, Luis Durán (detenido-desaparecido desde 1974), Carmen Lechuga, Roberto Careaga, Ricardo Neno, Luis Abarca, Ximena Navasal, Víctor Manuel Alvarado “Chiclayo”, Patricia Bravo y Her- nán Miranda, entre los que más recuerdo. Enmi doble condición de docente y alumno hice muy buenas amis- tades con varios integrantes de ese curso, incluyendo a Bárbara. Ella y Ximena se identificaban entonces con la Democracia Cris- tiana, en tanto el resto nos ubicábamos a la izquierda. Recuerdo a Bárbara como una persona muy amigable, con sentido del humor y buena estudiante. Nuestra amistad estaba por sobre las diferencias partidarias. So- líamos juntarnos en un amplio grupo en el casino de la Escuela a conversar sobre política, literatura, cine o simplemente a copuchar sobre los diferentes personajes que se destacaban en el mundillo de la Escuela, como el “Salvaje” Araya. Tras el golpe de Estado de 1973, muchos de nosotros salimos al exilio. Bárbara permaneció en Chile y alguna vez, tras mi retorno, la vi trabajando en una ONG, rescatando la comunicación para los sectores populares. La noticia de su muerte me golpeó profunda- mente. Desde Lima, Víctor Manuel Alvarado, el compañero peruano de Bárbara en la Escuela, compartió el siguiente recuerdo: Guardo de Bárbara Ormazábal, la imagen suya de nuestra época estudiantil, en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, exponiendo sus puntos de vista democristianos de manera altura- da, sin opacar ni disminuir a su eventual interlocutor, pero si este incurría en alguna obcecación, pobre de él. La dinámica de la historia y vida de nuestros pueblos nos lanzaron a distintos confines, yo emigré y en las largas décadas sin vernos, siempre estuve al tanto de ella, abrigando la oportunidad de verla y escucharla llamándome por mi mote, Chiclayo, como siempre lo hacía. Ya no la veré y desde este espacio le hago saber que fue siem- pre mi amiga inolvidable. Descansa en paz. Palabras de Silvia Yermani Valenzuela: Bárbara Ormazabal, me llamó la atención que su apellido no lleva- ra la H como los demás que eran idénticos, pero con la letra muda adelante. Tal vez eso la hacía distinta. A Bárbara la conocí al ingre- Amanda Jara, Bárbara Hayes, Carmen Imperatore y Bárbara Ormazábal.
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