Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
174 Luis contó a Guzmán que el organizador del grupo fue el doctor Arancibia, un médico aficionado a la observación de los cielos, que incluso les enseñó a armar un instrumento artesanal para la localización de las galaxias. En el documental, el “tío Ho” re- gresó a Chacabuco y mostró las inscripciones en la celda donde estaba recluido, junto a otros periodistas, como Federico Qui- lodrán. Los militares a cargo del campo de Chacabuco finalmente prohi- bieron el funcionamiento del grupo Astronomía, porque creían que los prisioneros podían fugarse de noche y huir orientados por las estrellas, según cuenta Guzmán en su filme. “Ho Chi Minh, lucharemos hasta el fin…”, lo recordamos también en como un hombre extremadamente solidario y de una enor- me dignidad, como lo demostró cuando llegaron unos cineastas alemanes, que engañaron a los militares con documentación de Alemania Federal, cuando eran de la Alemania Democrática. Estos cineastas consiguieron así entrar a Chacabuco para hacer un documental y lograron también hacer entrevistas a los pri- siones, pese a que estaban prohibidas por el dictador. Cuando los entrevistadores nos preguntaban la filiación política, decía- mos que éramos “independientes de izquierda”. Él, con enorme dignidad, dijo cuando lo entrevistaron: “sí, mi nombre es Luis Henríquez, militante del Partido Comunista de Chile”. Se sentía orgulloso de su militancia en el Partido Comunista, en el cual estuvo más de 60 años. Ese era nuestro querido Ho Chi Minh, lucharemos hasta el fin. Psicólogo solidario Con Lucho también compartimos trabajo como psicólogos en el Círculo de Periodistas de Santiago. Ambos nos titulamos en esa segunda profesión el año 2013 en la UNIACC, como bene- ficiarios de la Beca de Reparación a que accedimos como vícti- mas de la represión dictatorial, una vez que el Informe Valech nos reconoció esa condición. Título de psicólogos en mano, nos pusimos inmediatamente a disposición del Círculo para atender a nuestros colegas. Mu- chas veces Luis no cobró por la atención a sus pacientes y siem- pre fue un ejemplo de compromiso con ellos. Fue un ejemplo de solidaridad. Recuerdo que atendía a un cole- ga con cáncer terminal y cada miércoles iba a su casa a tratarlo, sin cobrar por esas visitas domiciliarias. Lo atendió hasta su fa- llecimiento, que ocurrió un día jueves. Luis Henríquez Álvarez, fallecido en noviembre de 2018 en Cuba, nos dejó también esa faceta de un profesional excelente y solidario.
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