Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
164 desaf ío, etapa o circunstancia. Así como la política, el ser italiano y la amistad: la música. En este caso, Italia y la música iban unidas porque su repertorio de canciones italianas era realmente ilimitado. En la cafetería de la Escuela de Periodismo, era frecuente encontrar- lo tocando guitarra y cantando en grupo las canciones de Adamo o Domenico Modugno. Musa inspiradora en esos tiempos, debió ser la Zayda Cataldo, su gran amor de nuestro curso. Y como lo recuer- da otra compañera, Patricia Medina, “Giacomo tenía toda la músi- ca de todos los cantantes italianos que te imagines. Yo me instalé tardes enteras a su casa copiando en CD (no existían los pendrives) todas las canciones que me gustaban, de todos los tiempos.” Siendo Agregado de prensa en España, a mediados de los 90, llevó a Madrid al entonces emergente Grupo musical chileno Los Tres, quienes realizaron una exitosa presentación en el centro cultural la Casa de Américas. Francisco Jara, amigo y colega, también da tes- timonio de su amor por la música “Giacomo tenía su propia Radio L´América, donde difundía solo música italiana. Desde que lo co- nocí a mediados de los 80, nos acompañamos siempre en el camino. Gran amigo, siempre presente, en las buenas y en las malas. Solía reunirse con sus amigos y preparar pastas al más puro estilo italia- no. Le gustaba juntarse a recordar y escuchar música italiana con un campari con jugo de naranja, o el clásico Amaretto”. Siguiendo con su afición a la música, el 2013 rinde un sentido ho- menaje a un grupo musical que admiraba y celebraba sus 50 años de existencia: Los Jaivas. “Siempre admiré su genuino espíritu de unidad, convocándonos a vivir Todos Juntos . Nunca provocaron di- visiones ni se atrincheraron en sectarismos de ningún tipo”, seña- laba entonces Giacomo. Recuerda haber seguido atentamente su trayectoria en Argentina, en un concierto magistral con la Sinfó- nica trasandina; en Francia, formando una comunidad familiar en un castillo en las afueras de París; y volviendo a Chile “creando a través de la ventanilla del avión que cruzaba Los Andes un himno musical al Aconcagua”. Y, por cierto, a través de la televisión italia- na, representando a Chile en el Festival de San Remo. “Mi experiencia más maravillosa con Gato, Claudio, Eduardo, Jua- nita y Mario fue cuando, en 1997/98, con mucha amistad y genero- sidad, acogieron mi idea de crear y luego interpretar una canción que inspirara la Segunda Cumbre de las Américas, de cuyas comu- nicaciones fui el responsable. En ese inolvidable pasaje de mi vida -rememoraba Giacomo- coincidimos que Todos americanos era el mejor slogan de la Cumbre y el mejor título e idea-fuerza de esta canción.” Casado dos veces, en su segundo matrimonio, con Soledad Cas- tillo, fue padre de dos hijas (Iride y Soledad) pero además acogió como propios a los dos hijos del primer matrimonio de su señora (Cristián y Carla). Para su hija menor, Soledad Marasso, la partida de su papá fue especialmente desoladora. Desde que esperaba a su hijo Simón, vivió con Giacomo y eran muy unidos. Lo recuer- da como un padre maravilloso, con quien compartía el gusto por la música italiana y lo acompañaba a muchas de sus actividades. Con ella recordé hace algunos días, el emotivo último adiós que sus amigos y familia, le dimos a Giaco en su funeral, cantando una típica canción italiana, el himno de la DC y, a pedido de su hija, el feliz cumpleaños en italiano con un brindis porque solo faltaban 5 días para celebrarlo. Italia, la música, el partido y la amistad, presentes en la hora de la despedida. Desde entonces, la Sole y Simón son un poco parte de nuestro grupo de excompañeros de Periodismo, que, en reconocimiento a nuestro gran director, nos definimos como la Generación Mario Planet . Giacomo (de gorra al costado derecho) en un encuentro de curso.
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