Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

Para que nadie quede atrás 161 políticas, de la Democracia Cristiana y la Juventud Socialista. Fui poco amable y antes de que comenzaran su discurso, les dije: «conmigo no, soy de la Jota», como se conocía a los y a las mili- tantes de las Juventudes Comunistas. Eran tiempos de sueños, utopías y una apasionada militancia”. Tiempos de grandes ideales Éramos muchos alumnos en ese primer año de Periodismo, pro- bablemente el curso más grande que pasó por la Escuela de Los Aromos; proveníamos de todas partes, diversos como la vida mis- ma, enamorados de la palabra, entusiasmados con un mundo en ebullición, que en los años 60 nos sorprendía a cada paso con suce- sos nuevos, cambios vertiginosos que desafiaban nuestro futuro y movilizaban a las juventudes del orbe. Movimientos sociales diversos y en varios países fueron surgiendo con causas diferentes, pero con algo en común: rebeldía contra la autoridad, un cuestionamiento profundo del sistema y los valores imperantes. Estudiantes contemporáneos a nosotros en el viejo continente, iniciaron una protesta en la Universidad de Nanterre. Como reguero de pólvora se extendió a La Sorbonne, supimos del liderazgo de Daniel Cohn-Bendit y prendió Mayo 68 en Francia. En la Escuela leíamos con avidez al filósofo Herbert Marcuse, re- ferente obligado de los movimientos juveniles de protesta de esos años. Era especialmente atractivo para nosotros pues nos hablaban sobre el poder de los medios de comunicación, el peligro de la des- información y la manipulación de las masas. Los 60 a nivel local En Chile, la década de los 60 se caracterizó por profundos cambios sociales y políticos. Yo tenía 16 años ese domingo de junio de 1964 cuando acompañé a mis padres a ver la llegada de la Marcha de la Patria Joven . Fue algo impresionante, una experiencia mística que miles de jóvenes, como Giacomo y yo, no olvidaríamos. Y entra- mos a la Universidad imbuidos de esa pasión política del llamado de Frei Montalva a una revolución en libertad. Inscritos en la DCU, con Giacomo compartíamos en la Escuela y en la Federación de Estudiantes, FECH, los mismos ideales. Durante el gobierno del presidente Eduardo Frei (1964-1970) seguíamos con entusiasmo las grandes transformaciones realizadas, como la reforma agraria, la promoción popular, la extensión de la enseñanza media, la chile- nización del cobre, la creación de la Oficina Nacional de la Mujer. Campesinos, pobladores, mujeres y jóvenes se organizaban en jun- tas de vecinos, centros de madres y centros juveniles, para ejercer su derecho a opinar y participar en la comunidad. En este contexto, la militancia política era el primer canal de par- ticipación en nuestro ambiente universitario y Giacomo la asumió con una convicción a toda prueba. Igual entusiasmo y convicción animaba a nuestros compañeros de izquierda y en nuestro curso claramente eran más los militantes del MIR y el PC. Sin embargo, por sobre toda esa efervescencia política y a veces duras discusio- nes, primaba una entrañable amistad que se fue creando mágica- mente entre todos nosotros y que perdura hasta nuestros días. Hace poco, Rolando Gabrielli, ex compañero de la Escuela, escri- bió para Candilejas.cl, un magnífico relato de aquellos tiempos universitarios en nuestra Escuela y el Pedagógico: “Fue una época espléndida, extraordinariamente joven, atmósfera plena de liber- tad, debate de ideas, creatividad, entusiasmo, en lo personal: inol- vidable”. Trayéndonos a la memoria lugares, maestros y vivencias de hace medio siglo, fue reconstruyendo con nostalgia y poesía, el espíritu de nuestro paso por la Escuela de Periodismo. Gabrielli Levanto, Italia, en la búsqueda de sus raíces.

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