Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

Para que nadie quede atrás 159 greso a la democracia con Patricio Aylwin. Para Guillermo la fecha del regreso se veía más cercana. Los programas de ayuda para el retorno terminaron por convencer a Holtheuer e inició el regreso. Traer unas pocas cosas de Alema- nia y un préstamo del Banco Estado le permitieron pensar en algu- na actividad relacionado con su profesión. Yo lo entusiasmé con la idea montar una empresa prestadora de servicios técnicos para la televisión, es decir, equipos para post-producir para terceros, sean privados o incluso algunos Canales de TV que requerían servicios de arriendo de equipos de producción, en este caso específico, islas de edición. Se compraron los equipos y se montó una empresa de servicios. La experiencia indicaba que debía hacer contactos con clientes de la TV, incluyendo canales abiertos y productoras privadas. Obvia- mente había que contratar el personal apropiado, editores con ex- periencia, y nuevamente algo falló. La empresa nunca obtuvo los resultados esperados y terminó cerrándose. Definitivamente nues- tro querido Guillermo no tenía aptitudes para el negocio. Dejamos de vernos nuevamente y sólo supe por otros amigos que ya había vuelto a su pasión de siempre, la política. Había retomado sus contactos locales con el Partido Radical y se le habían reconocido sus años en el exilio siempre jugando un rol de militante en los círculos de expatriados políticos. Tuvo opor- tunidad de ingresar al círculo de las directivas de los radicales en diferentes responsabilidades. Pero más tarde rompió con el radicalismo y participó en la fun- dación de Fuerza Regional Independiente, que lo postuló como candidato a diputado por el Distrito 54, de la región de Los Lagos, el año 2005. No logró ser elegido. Durante todos los años 90 y parte del 2000 tuve algunos encuen- tros ocasionales en casa de colegas con los que Guillermo mante- nía cercanía, pero en general, poco se sabía de él. Su madre, María Eugenia, había regresado a Chile también y se había vuelto a reunir con Guillermo para vivir juntos nuevamen- te, ahora en Santiago. Me enteré un poco tarde del fallecimiento de su mamá y que su hijo Facundo había venido a Chile para estar con él. No volví a tener contacto con Guillermo hasta que en febrero del 2016 muy silenciosamente partió. Nany Saez, una gran amiga y colega de Holtheuer, me contó que el día anterior a su fallecimiento la había llamado, lo que ella in- terpretó como un gesto de despedida. Guillermo estaba afectado por un cáncer y había mantenido en reserva su enfermedad. Para mí queda el gran recuerdo de un amigo leal, solidario, cari- ñoso, tremendamente consecuente, un enamorado de la políti- ca que creo no le retribuyó todo lo que Guillermo le entregó ge- nerosamente. Nuestro compañero plasmó sus vivencias como luchador el año 2008, cuando escribió un libro que tituló “La dictadura vigente”.

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