Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
Para que nadie quede atrás 157 ella y habíamos tenido una gran afinidad .Nos encontrábamos en la revista Ritmo, en las radios de la época y por supuesto en los pa- sillos de la incipiente televisión de aquellos años. Yo había tenido la oportunidad de conocer al pequeño Felipe, hijo de Bambi y a su primer esposo. Esa circunstancia nos unió más como amigos con Guillermo. El año 1968 fue un período muy complicado para mí debido a la enfermedad que me tuvo varios meses fuera de circulación. Sin embargo, allí pude aquilatar la calidad humana de Guillermo quien siempre estuvo preocupado de mi salud y dispuesto a levantarme el ánimo en aquellos días tan dif íciles. Ese mismo año adicionalmente perdí a uno de mis mejores amigos de juventud, el músico y compositor Hugo Beiza quien falleció a los 26 años. Guillermo estuvo presente para reconfortarme y sentí que la vida se llevaba un gran amigo pero que me entregaba a la vez otro excelente compañero. Los años 1969 y 1970 en la Escuela fueron muy intensos para mí, me dediqué cien por cien al estudio y obtuve buenas calificaciones, comencé a hacer clases como ayudante de algunos ramos. Mientras tanto, mi estimado amigo Guillermo estaba dedicado en cuerpo y a la política. En octubre de 1969 ya había nacido la coalición de partidos que formó la Unidad Popular para enfrentar las elecciones parlamentarias de ese año. Por supuesto el Partido Radical, al que pertenecía Guillermo, formaba parte de UP y él se sentía con la responsabilidad de trabajar con todas sus fuerzas para obtener al año siguiente la victoria en la elección del Presidente de la República. Durante todo 1970, en la campaña para las elecciones presidencia- les del 4 de septiembre, Guillermo dedicó gran parte de su tiem- po a colaborar para que la cuarta candidatura de Salvador Allende finalizara con éxito permitiendo la llegada al poder de la Unidad Popular. Poco nos veíamos dado el intenso trabajo que desarrolló Guillermo. Por mi parte, dedicaba gran parte de mi tiempo a la Escuela de Periodismo, era mi último año y colaboraba como ayu- dante de profesores como don Alfredo Lieux y Alfredo Taborga. Al año siguiente en enero 1971, tuve mi matrimonio muy privado y la ocasión coincide con una parte muy importante en la vida de Guillermo. Me llama la noche anterior a la ceremonia y me cuenta que conoció a una chica argentina muy linda y me pide si puede ser su acompañante, ya que él había sido invitado solo porque no tenía pareja. Yo obviamente acepté. Al día siguiente llegaGuillermo con su “prin- cesita”, como algunos compañeros la llamaron en son de broma. Meses después aquello devino en un pololeo fulminante y luego en su pareja estable. Al año siguiente en mayo de 1972 Guillermo se trasformó en mi compadre al aceptar ser el padrino de bautizo de Loreto, mi primera hija. Una vez que el gobierno de Salvador Allende se instaló, Guillermo, militante activo del Partido Radical, inició su participación en la CORA (Corporación de la Reforma Agraria) como integrante del equipo de comunicaciones (en aquellos tiempos se conocía como Relaciones Públicas). Allí trabajó cercano a Jacques Chonchol has- ta el golpe. En aquellos años ya nuestros trabajos nos impedían es- tar muy cerca, ambos con parejas. Pese a que los tiempos nos fue- ron alejando f ísicamente, nuestra amistad permaneció incólume. Para el 11 de septiembre ambos vivimos momentos complicados y Guillermo tuvo que buscar refugio con amigos que lo ocultaron hasta que salió del país rumbo a Europa. Desconozco si primero pasó por Argentina, ya que su compañera también abandonó Chile luego del golpe. Recuerdo que en días pos- teriores al 11 de septiembre nos encontramos subrepti- ciamente en su departamen- to en la pequeña calle Doc- tor Sótero Del Río que aún mostraba en sus paredes in- finidad de casquillos, ya que el departamento daba de es- Con sus compañeras Angélica Vuskovic yWadiha Hanna.
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