Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
156 ramente resultaba inusual ver un joven radical. Tan pronto como hubo elecciones de curso y del Centro de Alum- nos, Guillermo fue tomando contacto con algunos compañeros con el propósito de ver alguna alianza donde se viera reflejado. Entretanto ya había surgido su “fan club” entre las chicas de la es- cuela. Obvio, buena pinta, simpático y conversador, las compañe- ras vieron muy rápido en él un muchacho “tierno”, gentil y siempre dispuesto a demostrarse como un gran caballero frente a ellas. Fuimos cada vez más cercanos y luegome invitó a su departamento en la calle Coronel Santiago Bueras, allí cerquita de la Plaza Italia. Compartía un departamento con varias estudiantes de diferentes carreras, lo me confirmó su éxito entre las mujeres. Allí conocí a quien hasta hoy es uno de mis mejores amigos, José Derderian, es- tudiante de Derecho en la Universidad de Chile, quien compartía las reuniones en casa de Guillermo. Rondaban amigas, compañeros de universidad, algunos estudiantes de Medicina. Varios de aquellos rostros ya casi se me han borrado. Guillermo era igual de acogedor en su casa y compartimos largas jornadas de conversaciones de actualidad y especialmente de polí- tica. Holtheuer era fuerte en su convicción de radical de izquierda y tenía la positiva esperanza que se pudiera consolidar una alianza política que llevara al progresismo al poder. En una de las primeras elecciones de delegados de curso al Centro de Alumnos donde participó, obtuvo algunos votos de las nuevas compañeras pero, según recuerdo, no le alcanzó para ser elegido. En los años venideros sí consiguió los votos suficientes para para obtener algún cargo. La verdad es que muchos votaban por él como persona, pero no por el ser un representante de la Juventud Radical. Su desempeño académico era como el promedio, con altibajos en algunas materias, pero muy interesado en trabajar en grupo y siem- pre colaborador. Hasta esa fecha poco sabía yo de su vida personal y familiar. Vivía solo en Santiago compartiendo habitación con otras compañeras universitarias y nada más. No recuerdo a razón de qué me contó que sus padres estaban separados hacía varios años y que su madre vivía en Estados Unidos junto a su única hermana, María Eugenia. Vida artística y solidaridad De pronto una vez en la conversación salió el tema de mi vida artís- tica, suspendida por aquellos meses del año 1968 mientras me re- cuperaba de una complicada enfermedad y allí apareció una gran sorpresa: “A lo mejor tú conoces a mi hermana que está en Estados Unidos ?”, me pregunta Guillermo. ¿Y por qué debiera conocerla ?, respondo. “Porque ella también perteneció a la vida artística como cantante de la Nueva Ola”, me sorprende Guillermo. “¿Y quien es ella ?”, le pregunto ansioso. “Lo que pasa que ella se decidió a cantar porque se lo ofrecieron, su verdadera pasión es la pasarela, ella es la mode- lo Bambi”. ¡Vaya sorpresa!, por supuesto que la conocía. Antes de que Bambi partiera a los Estados Unidos yo había compartido escenarios con En el matrimonio de Carlos Contreras con Nany Sáez y César Betancourt.
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