Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

146 estudiar periodismo. Había abuelos, sacerdotes que eran directo- res de colegios, señoras ya de edad que eran abuelas y que iban a estudiar para después hacer la Vida Social en Diarios o Revistas. En muchos casos, la escuela les ‘prestaba’ mi cátedra para que hicieran el ramo. No hacían la carrera completa. Eso sí, en mi clase no en- traban alumnos después de la hora. Me respetaban y yo los respeté a todos. Fue un período estupendo el que viví allí”. Cuando se le preguntó si recordaba a sus estudiantes destacados, el profesor Ulloa echó mano a su libreta y, con su habitual rigor orga- nizativo enumeró los nombres de treinta y ocho mujeres y hombres, que fueron “todos alumnos de 7”, entre ellos sus ayudantes Samuel Urzúa y Juan Guillermo Mellado, e igualmente a quienes tuvieron carreras exitosas como reporteros gráficos, académicos o artistas de la fotograf ía, en los países donde algunos marcharon al exilio. Pregunta: ¿Su interés como maestro nunca fue la formación de re- porteros gráficos? “Yo iba a explicar cómo la fotograf ía participaba y cuál es su función dentro del periodismo. Cómo se podía entonces, conversando con el redactor, coordinar para que una imagen tuviera concordancia con lo que los periodistas escribirían. En ese tiempo, por ejemplo, se ha- blaba de la sobreexplotación de los bosques en el sur, y la foto era la de un señor con un teléfono en una oficina. Claro, él era el que dirigía las maniobras pero no había nada de lo que se debía mostrar. Enton- ces yo procuraba que, en lo posible, la imagen no necesitará lectura (pie de foto). La idea es que hablara por sí misma”. Pregunta: ¿Buenos recuerdos con profesores de esa época en Pe- riodismo? “Claro, aunque no siempre nuestros horarios coincidían. Pero en las reuniones de Consejos nos encontrábamos. Desde luego con Ricardo Lagos, quien estuvo dando clases. Después fue secretario general de la Universidad, y por tanto mi jefe. También con el di- rector Mario Planet, con Antonio Skármeta y Alfonso Calderón (ambos Premios Nacionales de Literatura), con Mauricio Amster, a quien conocí en los años 40, cuando yo trabajaba en publicidad. Él estaba en todas las agencias, en las principales ediciones de li- bros que se hacían en el país. Yo le llevaba las ilustraciones que pe- dían los autores y fuimos muy buenos amigos. Cuando trabajé con (Marcos) Chamúdez lo veía con mucha frecuencia. Eso sí, era muy pesimista. Me acuerdo que cuando nació uno de mis hijos todos me celebraban, y él me dijo: «No sé si usted merece felicitaciones por traer hijos a este mundo horrible»”. “La de profesor fue una etapa muy importante, porque el docen- te aprende tanto como los alumnos”, reflexionaba don Domingo Ulloa, fallecido el 18 de abril de 2018.

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