Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
Para que nadie quede atrás 141 la lluvia . Pero nunca olvidó Los Miserables , una versión mexicana de la obra de Victor Hugo que despertó en ella gran interés por saber más de sus protagonistas. Asidua visitante de Librería Chilena, de propiedad de Pedro Salvo, a quien consideró “el mejor librero que haya existido”, se convirtió en entusiasta lectora de obras clásicas y de novedades bien tratadas por la crítica.Pensó entonces que seguiría los pasos de Salvo, objeti- vo que logró a fines de siglo. Maria Eugenia Borel, muy cercana amiga y colega y también integrante de otra tertulia, la definió como “una consu- mista intelectual infinita”. “Eliana era loca por los libros”, dice hoy al evocar los tiempos en que ésta se convirtió en dueña de su propio local, la Librería Rayuela, en pleno centro de Santiago. La recuerda como “gran y entretenida conversadora, muy culta” que hablaba de autores, de cine, música, libros, mientras María Teresa Zegers, es- trecha amiga y colaboradora, la asesoraba en la atención del público. Hizo memoria de un simpático episodio que ambas protagoniza- ron. María Eugenia era visitante asidua de Buenos Aires, ciudad que también encantaba a Eliana. Al anunciarle su próximo viaje, a ésta le brillaron los ojos y, recordando su propia experiencia en la capital transandina, le pidió que le trajera el libro más requerido del mo- mento: Las venas abiertas de América Latina , de Eduardo Galeano. Argentina y Chile vivían bajo dictadura. –¿Cuántos te traigo? –preguntó Borel. –Al menos unos 20 o más, lo que más puedas. Le costó encontrar el libro, pero logró su cometi- do. Compró 23 ejemplares, incluido uno para ella, más un bolso para guardarlos. Llevando el bulto al hombro, sorteó controles en Ezeiza y Santiago. Al día siguiente, se apersonó en Rayuela y dio cuenta de su cometido. Según hoy recuerda, Eliana se puso pálida, le temblaron las manos, se cubrió la boca. –Ay, María Eugenia, qué horror. Era broma. ¡Broma! ¿Cómo pudiste pensar que te pediría en serio correr ese riesgo? Dadas las condiciones imperantes, ambas se asustaron. Rápidamen- te, el contenido del bolso fue distribuido entre otros libros de Rayue- la. Pocas horas después los ejemplares habían sido adquiridos por sus fieles clientes que, a juicio de Borel, “ni en sueños pensaron que Las venas abiertas …llegaría a sus manos producto de una broma mal entendida”. Aparte de muchos apuntes en agendas, cuadernos y papeles sueltos, además de un libro inédito sobre su propia vida, Eliana escribió La Negra Lazo: memorias de una pasión política y Más allá del cuarto propio, ambos de carácter biográfico. El primero trata de la vida de Carmen Lazo, la fogosa diputada socialista que destacó entre sus pa- res durante al menos un par de legislaturas y que, tras un exilio de diez años, siguió haciendo noticia al reanudarse la actividad política, a fines de la década de los 80. El segundo, de la doctora Neomicia La- gos, neurosiquiatra, subdirectora del Instituto de Neurocirugía has- ta el 11 de septiembre de 1973. Con ambas cultivó cálida amistad. Eliana falleció en el sueño el 22 de junio de 2022. Le sobreviven el marido, con quien vivió 61 años, sus cuatro hijos y nueve nietos. Con Juan Guillermo Figueroa en Isla Negra. Redactora política en La Segunda.
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