Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
Para que nadie quede atrás 139 partieron una ideología, otros abandonaron. Primó el calor humano. Eliana desfiló, partici- pó en manifestaciones y hasta compartió la calle con un par de amigas y colegas que, como ella, esperaban guagua, en intensas campañas electorales. En el me- jor estilo del gremio periodísti- co, no faltaron las tertulias –pre- senciales o a la distancia– con amigas o grupos de amigas. Una de ellas, Cecilia Binimelis, cuya amistad nació al fragor de lu- chas sociales, recuerda a Eliana de meses recientes: “En los últimos tiempos no nos vimos tanto presencialmente. Desarrollamos una tertulia telefónica cada semana, que podía du- rar de una a siete horas (el día que batimos este record quedé con la mandíbula desencajada). Los temas a tratar eran vastos, como el universo: política, sentimientos, libros, la estructura mental del hombre y la mujer, la vida misma. Y un día de invierno a mediodía, su hija Marcela me avisó que la tertulia se había acabado”. Primer trabajo Eliana, autodefinida como “solitaria” (fue hija única, producto del barrio Brasil), se integró dentro y fuera de la escuela a los trabajos en equipo y al cultivo de actividades que le apasionaban. Tras egre- sar en 1957, merced al apoyo de uno de los “maestros”, logró trabajo en la sección Crónica de El Diario Ilustrado , junto a su compañera y amiga Ruth Chacón. En la práctica, se sumaban a otras jóvenes mujeres salidas de una escuela de periodismo que ingresaban al diarismo. Ambas se afanaron por llevar a la práctica los conoci- mientos adquiridos en la escuela, tratando de superar cierta sensa- ción de temor e inseguridad que las invadió al principio. Salieron airosas en la cobertura de sectores como educación, Moneda, mu- nicipalidad, tribunales y actividades universitarias. En un medio dominado por hombres, el inicio no fue fácil. “Me encontré con un grupo de periodistas ‘viejos’ que eran fantásticos como reporteros y redactores. De ellos aprendí mucho”, contó Elia- na en el libro de Cabrera. “Al principio nos miraban como intru- sas que no sabíamos casi nada. Con el tiempo hicimos aportes que fueron reconocidos. Variábamos la redacción, buscábamos otros ángulos e investigábamos más”. En una época de intenso quehacer político y cultural, la nueva ge- neración de periodistas vivió jornadas de aprendizaje. Así, en su inédito libro Mi vida con Pachita , Eliana recuerda un gracioso y tenso episodio ocurrido en el ex hotel Carrera con ocasión de la visita de la actriz Marlene Dietrich, en 1959. Mario Gómez López, prestigioso periodista “sin pelos en la lengua”, preguntó a la diva cómo hacía para mantenerse tan bien a su edad (tenía 58 años). Hubo silencio y luego murmullos. Ante la insistencia de Gómez, defendiendo el contenido de su pregunta, el traductor acomodó el sentido de ésta y en un inglés perfecto le consultó a Marlene: “¿Qué hace Ud. para mantenerse tan bella y joven?”. Dietrich miró fijamente al periodista y respondió: “Tengo una sola receta: nunca hacer las cosas a medias”. El traductor fue un empresario que ofre- cía una conferencia en otra sala y a quien se recurrió en reemplazo del intérprete original, que no gustó a la actriz. Cuando llevaba dos años de ejercicio profesional, Eliana obtuvo el premio Helena Rubinstein que periódicamente se otorgaba a la pe- riodista que destacara entre sus pares. Y en 1963 se hizo acreedora al premio municipal de periodismo de Santiago. Sin embargo, ese fue también un período de mucha tristeza. Su amiga y compañera Ruth perdió la batalla contra una sorpresiva y violenta enferme- dad. Ambas ya estaban casadas y eran madres. Más tarde ganó el premio Rotary Club y, en 2004, recibió una dis- tinción a la “Trayectoria Periodística” otorgada por sus pares. Libros y cine Como millones de chilenos, Eliana trabajó con libertad plena hasta el 10 de septiembre de 1973. Al día siguiente, enviada a cubrir no- ticias a la ex Posta Central, supo de las primeras víctimas del golpe de Estado, e hizo los despachos correspondientes. No obstante, por La joven Eliana Cea, en sus inicios como estudiante.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=