Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

138 Eliana Cea TALENTO E INQUIETUDES Por Carlos F. Roa (Seudónimo de Juan Guillermo Figueroa, cónyuge de Eliana) Nos conocimos en la década de los 50, cuando ingresamos a estu- diar Periodismo en la Universidad de Chile. Eliana Cea quiso ser abogada o pedagoga, pero la “picó un bichito”, según sus recuerdos. Optó al segundo curso de la escuela, creada en 1953, y fue selec- cionada. “Me sentí totalmente feliz”, escribió en Vendedores de Sol , obra de Alejandro Cabrera. “Hoy, después de cuarenta años, debo decir que no pude haber elegido mejor”. Fue una de las nueve mujeres de la promoción junto a otros tantos varones. Más de veinte entusiastas del comienzo quedaron en el camino. Por elección y convicción, Eliana se consideró siempre reportera. “Reporteando vuelvo a nacer”, declaró muchas veces, sin ocultar que en esa preferencia influyeron varios de nuestros maestros, gi- gantes del periodismo histórico, como Ramón Cortez, Lenka Fra- nulic, Mario Planet, Juan Honorato, Augusto Olivares. Y dio prue- bas de lo aprendido al realizar una especie de práctica –antes de egresar– en el periódico La Voz , que dirigía el escritor Guillermo Blanco, y en Radio del Pacífico, donde escribió guiones sobre acti- vidades artísticas. La calle Los Aromos, al fondo del entonces Instituto Pedagógico, cobijó hasta 1981 a la flamante Escuela de Periodismo de la Uni- versidad de Chile. Tres de nuestros cuatro años de estudio trans- currieron en ese edificio que Santiago del Campo, su director en- tonces, describió como “un niño de cemento, hierro y cristal”. Allí sufrimos y disfrutamos, compartimos tareas y tardes de estudio; hicimos amistades. Nuestro curso fue auténtico ejemplo del Chile de siempre: heterogéneo en lo social y económico. Muchos com- pañeros eran ya mayores y habían interrumpido otra carrera. Una mitad provenía de liceos; la otra, de colegios privados. Sin embar- go, hasta donde la memoria nos lo permite, allí primaron el respe- to, la inclusión y la tolerancia. El origen socio-económico no fue obstáculo en las relaciones per- sonales de quienes egresaron. Amistades nacidas en las aulas se prolongaron por largos años, en distintos planos. Muchos com- Reporteando, con el presidente Eduardo Frei Montalva.

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