Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

Para que nadie quede atrás 111 De este tema nunca más hablamos con la Mao. No era necesario”. Empresaria exitosa Después del golpe, por seguridad la Mao regresaba solo ocasio- nalmente al departamento de calle Carrera, se quedó junto a su hermana Pilar y su cuñado, Jaime Caro, ambos médicos, en una vivienda ubicada en Carlos Antúnez. “Nuestro departamento” pasó a ser una especie de “albergue oca- sional” para los amigos a quienes sorprendía el toque de queda en pleno centro de Santiago. Hasta hoy, disfrutamos con mucho cari- ño estas conversadas noches donde no había mucho que comer, pero, sí muchos temas que comentar. Tampoco encontró trabajo como periodista. Sus ingresos prove- nían de la creación de dif íciles puzzles que vendía a periódicos y revistas. La recuerdo sentada sobre su cama, en posición loto, con una escuadra, varios diccionarios y montones de papeles, trabajar hasta altas horas de la madruga. Era así, sus compromi- sos y responsabilidades los ejercía a concho, era muy prolija y ri- gurosa en todo. Varios años después del golpe, un día cualquiera, mientras espera- ba locomoción en Avenida Providencia, conoció a su futuro mari- do. Tras un tiempo, se casaron, dando inicio a una pequeña fábrica de muebles de “palos quemados” y “carteras de mezclilla”, muy de moda en aquellos años. Tuvieron dos hijos: Celina y Francisco. Le encantaba tener su casa los fines de semana llena de amigos, era una espléndida anfitriona. Le gustaba jugar póker, preparar ricos aperitivos y comidas. Los asados eran memorables, siempre con la mejor carne, con los mejores vinos. Durante 26 años fuimos, amigas, hermanas, confidentes. Compar- tíamos las fiestas navideñas, de fines de año, las vacaciones en su departamento de Reñaca. Éramos tres las inseparables: la Mao, la Taty (prima política de ella) y yo, nos llamábamos “las tres mos- queteras”. ..Estuvimos juntas hasta el último suspiro que nuestra querida amiga dio en este mundo… y en un último acto de genero- sidad, sus órganos fueron donados. Una instantánea de Mao en las playas de Papudo, duran- te un viaje de curso. En 1970, la Mao llegó a estudiar a la Escuela de Periodismo, venía de haber cursado una carrera paralela de matemáticas en la Uni- versidad Técnica del Estado. Cuando apareció por los pasillos, los varones quedaron hechizados: Delgada y esbelta como un junco: ojos profundamente azules, pelo castaño, dientes y boca de aviso publicitario. Obviamente, era muy solicitada como modelo en las clases de fotograf ía del profesor Domingo Ulloa. Ella, siempre dispues- ta, disfrutaba enormemente esta ocasional vitrina como si se tratara de la filmación de una película. Una de las imágenes que

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