Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

Para que nadie quede atrás 109 Aún recuerdo lo que sufríamos con esa asignatura, todo lo que te- níamos que leer, comentar, compartir materias y.... después de dos noches y días sin dormir…. ir a dejarlas a toda carrera a la casa del profesor antes de las 7 de la mañana, casa que por suerte estaba ubi- cada en Dr. Johow, muy cerca de nuestra linda y querida Escuela. El plazo de entrega era a esa hora o nada. Lo peor era que las notas no eran individuales sino que grupales, o sea, si alguien fallaba, todos nos perjudicábamos. Y los grupos los designaba el profe. Salvador Allende, su paradigma La Mao fue allendista hasta su partida, enfatizaba que sus ideales políticos y sociales estarían siempre a la izquierda, en el lado de su corazón. El presidente Salvador Allende era su paradigma. Con donMario Planet conversaban horas, días enteros, de igual a igual, no de maestro a alumna, para ambos era el líder, el ejemplo a se- guir, a imitar. A menudo iban caminando hasta la Fuente Suiza, se instalaban en el segundo piso a disfrutar las exquisitas empanadas fritas, que servían sobre unas lustrosas y negras mesas de madera. No nos perdíamos las marchas universitarias y estudiantiles por la Alameda, por Grecia, por Teatinos, pero, jamás en esos tiem- pos se quebró una ampolleta, ni se dañaron jardines, ni vidrios, ni semáforos, ni menos hubo asaltos al comercio ni encapuchados: nuestra generación actuaba a rostro descubierto. Aún recuerdo la imagen de laMao, durante unmultitudinario des- file por la Alameda frente al edificio de la Universidad Católica, donde se desplegaba en todo el ancho un enorme cartel con la le- yenda en letras rojas “El Mercurio Miente” , misma frase en papel, bastante más pequeña, que ella lucía en su trasero, afirmada con alfileres sobre los ajustados jeans azules. La fotograf ía testimonial de ese histórico momento estudiantil la rescaté desde los archivos fotográficos de El Mercurio varios años después, empresa perio- dística en la que trabajé durante 23 años consecutivos. Cuando le entregué la foto, la Mao contenta como cabra chica, la guardó como su más importante tesoro. Para ella tenía una con- notación histórica, era un testimonio vivo de su paso como alum- na de Periodismo, siempre repetía que a la universidad no solo se va a estudiar una profesión, a obtener un título, también a luchar por los ideales políticos y sociales. Personalmente, hoy, pagaría una fortuna por tener en mis manos esta fotograf ía, imagen que tal vez podrían ilustrar estos recuerdo que escribo sobre ella. Era una ávida lectora. En una semana podía leer dos o tres libros, le agradaba conversar los temas, analizarlos, reflexionarlos. Le irri- taba que las personas, especialmente jóvenes, no tuvieran opinión, que fueran “como amebas” que daban vueltas por la vida. En este sentido, nuestra Escuela fue una importante formadora intelectual Reunión en casa de Celina. Junto a María Eugenia Borel y Cornelio González. Atrás, Guillermo Castillo y Víctor Manuel Mandujano y política, en realidad había muy pocas “amebas” dentro del alum- nado y profesorado. Obvio, todo antes de la dictadura. Disfrutó, el largo discurso que Fidel Castro pronunció en el cam- pus de la Universidad Técnica del Estado, hoy Universidad de San- tiago. Fue tema de muchas entretenidas jornadas de conversación. Discutía con los profesores, jamás se dejó influenciar por la opi-

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