Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

104 Verónica Schwartzmann Rauch LAMULTIFACÉTICA Por Hugo Mery Periodismo no fue su primera elección. Sus espectaculares 32 pun- tos en el bachillerato (con un mínimo de 18 puntos y un máximo de 35) permitieron a Verónica Schwartzmann franquear las puer- tas de cualquier carrera que quisiera. Así, incursionó primero en Derecho y después en Economía, dándole vueltas a la carrera de su madre, asistente social. Finalmente se decidió por Periodismo, dán- dose cuenta de inmediato que en calle Los Aromos estaba lo que buscaba: conexión cotidiana con la realidad, ambiente de libertad y cambio y estímulo para insertarse en los movimientos sociales y políticos. Siguió siendo buena alumna y “matea” como siempre, no dejando de articularse como independiente de izquierda en los movimientos de la época. Junto a su compañera Carmen Gloria Dunnage se movilizó por el Mapu, como lo hiciera después por el Partido Socialista. Amistosa e interesada en la gente como era, trabó amistades, algu- nas de las cuales perduraron hasta el fin de sus días, con compañe- ros como Montserrat Tohá, Vivienne Barry y el marido de ésta, el “Pelao” Juan Enrique Forch, la ya fallecida Ximena Solís Vildósola, Victor Hugo de la Fuente, el después escritor Darío Oses y la oyen- te por harto tiempo Mónica Mosca. Después de participar activamente en la campaña presidencial de Salvador Allende, Verónica se dio a la tarea de preparar su tesis y examen de grado para titularse, logrando distinción máxima en la prueba decisiva. Previamente, hizo su práctica profesional en Televisión Nacional, bajo la égida de Bernardo de la Maza, junto a Santiago Pavlovic. Pese a sus buenos recuerdos de esa época con el gran profesional que para ella era Bernardo descubrió que no le gustaba aparecer en pantalla y eludía las sugerencias en tal sentido de aquel. Esto sin hacer caso a su buena estampa y bonita voz. Muy pronto, el gobierno de la Unidad Popular le ofreció llenar un cupo socialista en comunicaciones en la Corfo, puesto en que la sorprendió el golpe de Estado. Ella entonces pensó en irse a Israel. Judía observante, el llamado ancestral se veía favorecido por lo que ocurría en Chile, donde na- ció. Su madre y abuelos eran de Polonia y se vinieron a Sudamérica, casándose su mamá con un judío sefardí nacido en Santiago. Verónica en sus años de estudiante, con Samuel Urzúa, ayudante de Fotograf ía.

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