Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
102 de concluir con las exigencias académicas para la correspondiente titulación– iniciar el ejercicio de la profesión. Fueron unos adelan- tados, como algunos otros más del curso, en comparación al resto de los compañeros, que lidiaban para terminar de la mejor manera la carrera para buscar luego una oportunidad en el mundo del pe- riodismo. Ganándose la vida Socialistas por convicción, el triunfo de Salvador Allende en 1970, fue un magnífico escenario tanto para Jorge como para Alejandro. El primero se ganó un espacio en la OIR (Oficina de Informaciones y Radiodifusión de la Presidencia) y el segundo se incorporó al Dia- rio La Nación, ejerciendo primeramente como periodista deporti- vo y luego como reportero político. Allí nos volvimos a encontrar. Di mis primeros pasos en Crónica y luego me integré a la sección Deportes. Más tarde, en un escenario convulsionado, me asignaron a Policía. Los sucesos del 73, con el golpe de Estado consumado, nos separaron. Y a él, por su filiación política, lo obligaron a buscar refugio en legaciones extranjeras. A poco tiempo del golpe, agobiado por la situación, se asiló en la em- bajada de Italia. Tras permanecer allí por algunas semanas y ante las dificultades de abandonar el país, resolvió salir del recinto diplo- mático y buscar algunas opciones de sustento, cosa dif ícil porque ya tenía siete hijos. Sucesivos allanamientos a su casa y la constante angustia de su familia lo impulsaron a un segundo asilo, esta vez en la embajada de Colombia. A mediados de 1974 consiguió viajar a Bogotá. Se fue solo y poco después se llevó al grupo familiar. Allí viviría por largos 18 años. Durante el exilio, trabajó en el diario El Bogotano , convirtiéndose en uno de sus mejores periodistas. Y, de manera paralela, dictó cla- ses en la Universidad Central en la cátedra de redacción periodís- tica. A finales del 75, se integró al equipo de la agencia de publici- dad Leo Burnett, en la que comenzó como copy creativo. Luego lo ascendieron a creativo y más tarde a director creativo. Esto generó en Alejandro una segunda carrera, ganando premios nacionales e internacionales en ésta y otras importantes agencias. Sin embargo, y pese a sus éxitos, no dejaba de pensar en el regreso a Chile. Retorno y Reencuentro Abiertas las puertas del retorno, su regreso al país en 1989 lo trajo con una importante experiencia en publicidad y una familia nu- merosa, por lo que necesitaba ganarse un espacio en un medio que simplemente desconocía. Nos reencontramos otra vez a comien- zos de los 90, en una de las reuniones del curso de la Promoción del 66, y convinimos en intentar algún desarrollo periodístico y co- mercial. Su urgencia de sustento, su abundante ansiedad soñadora y su innato talento creativo, resultaron determinantes al momento de plasmar la idea que juntos concebimos para el nacimiento de Revista InduAmbiente. Trabajamos codo a codo, entre lágrimas de sacrificio y risas de esperanza. Hacia fines del año 92, como nunca disfrutamos cada hora de los esfuerzos desplegados. Sin saber hacia dónde íbamos. Apenas con la certeza de que podríamos crear algo magnífico. Amantes del deporte ambos, solíamos refugiarnos en aquella vo- luntariosa expresión premundialista del 62 en cuanto a que “nada teníamos y queríamos hacerlo todo”. Al cabo de pocos meses, en marzo del 93 lanzamos la primera edición de la revista. Y después vinieron otros productos de la pujante editora. Quizás si la mejor cualidad de Alejandro frente a la vida fue su in- tento permanente para superar escollos. Nada veía dif ícil. A todo le buscaba una solución sencilla, aunque su propia respuesta al pro- blema no le resultara del todo convincente. Tuvo nueve hijos y, tal vez como una manera de saldar su recóndita e involuntaria culpa de haberlos obligado a crecer en un país ajeno, a todos les brindó apoyo y respaldo permanente. A algunos los vinculó con el perio- dismo y el medio ambiente, como es el caso de Marco Antonio y Tatiana, fotógrafa; Christian, en labores de armado y diseño; Katia, como ingeniera ambiental; Ariel, en diseño gráfico y publicitario. También les entregó fortalezas, en la medida de sus posibilidades, a Claudio, Iván, Alejandra y Enzo. Fuimos como aire y tierra. Él con sus visiones de etéreas grande- zas y yo con la solidez de la realidad. Una mezcla perfecta, o casi perfecta, para desarrollar el más promisorio y longevo medio de información nacional sobre los asuntos del medio ambiente y el
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