Nos seguimos movilizando: la revolución será feminista o no será

58 - Nos seguimos movilizando. La revolución será feminista o no será En la idea de que éramos una, siendo tantas, invadió la asamblea. Mostramos una entereza antes no alcanzada, una que no tiene pretensión de esconder aquello que nos hace vulnerables, fue como permear la política de lo que no podía decir, ni hacer, ni mostrar, ante lo masculino predominante. Sin saber cómo desembocaría esta agua que éramos, no nos definimos en olas, ni en marea, simplemente estábamos vivas y no queríamos que eso dejara de ser. Es que ni una menos, debía dejar de ser un eslogan en carteles lejanos, cuando la de al lado había sido abusada o transgredida, era la violencia más primitiva la que motivó a la unión de nosotras, las que podíamos levantar la voz, sin querer desconocer a las que aún no pueden, las que aún no acuerdan hacerlo, por tiempo o dinero, por clase o raza. Cuando pensé en estas líneas después de algún tiempo, forzaba la me- moria para traer algo que decir, las imágenes borrosas de largas asambleas y horas de trabajo por distintas comunas de Santiago empezaron a corroer lo emotivo, es que fuera de ser mujeres unidas y todo lo bello, el cansancio, el estrés y la pena acompañaron duros momentos contra el abuso machista, de temprano trabajábamos, hasta dormir en las frías noches de invierno, ahí una al lado de la otra, pegaditas durmiendo en el suelo. La particularidad pinto- resca como decía una amiga poeta, así salíamos en la prensa de la mañana de mayo. En la Facultad de Ciencias Sociales se tomó la decisión de reunir a mujeres y disidencias como la vanguardia de la voz, del reclamo bien puesto, la idea de poder cambiar las cosas nos recorría en la carne, en la sangre y la rabia de aguantar, siempre aguantar al institucionalizado vacío de la impu- nidad. Qué prestigiosa universidad, la que debajo de la alfombra cuela los dolores de sus estudiantes y hace enormes conferencias de justicia y Derechos Humanos, ¡BASTA! Supimos que algo estaba caminando en dirección contraria a la tranqui- lidad del silencio cuando el día 3 de mayo, se convocó a las mujeres de todas las facultades, de cada rincón de Santiago de donde proveníamos, de regiones extremas como mi lugar de origen, Arica. Todas íbamos a participar de una imagen que sería historia para Chile, más de tres mil mujeres reunidas en casa fría y de arquitectura fascista de la Facultad de Derecho, tres mil mujeres que fueron ropaje de aquel frío edificio donde el hombre con corbata y male- tín tomaba su estatus en el mundo litigante. Todas envueltas en un inmenso asombro, desbordando pisos y escaleras, cabezas de todos los colores y tama- ño en medio de las sombras de la oscuridad y el frío, un parlante mediano al

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