Nos seguimos movilizando: la revolución será feminista o no será
57 instituciones. Disputamos a codazos entre dirigentes estudiantiles que nega- ban al feminismo como eje transversal del sistema educativo y entre autorida- des machistas que organizaban procesos precarios para nuestras compañeras acosadas, abusadas o violadas; no entendían el sexismo que se reproducía en el modelo educativo. Éramos la molestia de una realidad en el movimiento estudiantil: la violencia de género también se vive en la izquierda, no existían protocolos y peor aún, se protegía y respaldaba a acosadores y violadores. El 2018 fue el clímax y la forma de soltar una tensión violenta y dolorosa para nuestras compañeras y quienes las acompañábamos. Era a la vez suspiro y grito de una rabia contenida y exhausta de la soledad que el modelo edu- cativo sexista provoca. Fue doloroso porque vivimos el dolor más salvaje del patriarcado, pero juntas lo que lo hizo hermoso. Juntas nada era imposible, la construcción de lo nuevo, lo opuesto a esa política patriarcal. Habíamos vivido tanto dolor, que aprendimos a resistir en la forma que fuera, juntas, revueltas y también dañándonos entre nosotras. El 2018 no estuvo ajeno de la persecución política que como dirigentas sufrimos. Fuimos perseguidas le- gal e institucionalmente por participar y/o liderar las tomas feministas en la USACH, UDP y UTFSM, y esta vez no estuvimos solas. Antes las amenazas de muertes y las primeras experiencias con El Nido sin ningún tipo de ayuda institucional o estatal, más que el único apoyo en- tre las feministas era lo único con lo que contábamos. En la práctica marcó un antes y un después, un continuo proceso de aprendizajes en la forma de relacionarnos y en el cuestionamiento constante de todo, pese a ello, se lo- gró construir sentido común. La crítica al modelo de educación sexista, que es la crítica al modelo económico y el patriarcado, habló desde el dolor de muchas, los que persisten, con los que vivimos y nos han transformado. Difí- cilmente los feminismos serán transformadores si en la práctica no se piensa en un cambio radical del modelo que reproduce todo tipo de desigualdades estructurales. Cuestionamos las estructuras, las instituciones y las relaciones cotidianas. Planteamos una nueva forma, nueva educación, nuevas formas de lucha y nuevas formas de hacer política. La revolución será feminista o no será y como dijo una compañera «ha- cer historia sería hermoso» y así fue. Constanza Bohle Gutiérrez, funcionaria, Unidad de Género de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo (VIDGen).
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