Nos seguimos movilizando: la revolución será feminista o no será

49 en un semestre por usar un lenguaje inclusivo y plantearles problemáticas feministas en los cursos que dictaba. Sinceramente, no lo podía creer, quería salir a las calles, acompañarles, gritar junto a ellas. ¡Basta! Basta de abusos y acoso sexual en las aulas, basta de docentes y compañeritos acosadores y atropelladores, que se burlaban y reían irónicamente por cada comentario. Las chicas/estudiantas transitando a la adultez y la autonomía, con miedo, pero valientes, colectivizando sus sentires, sus rabias, sus experiencias. Los oídos sordos de las instituciones de un momento a otro se vieron obligados a escuchar, a entender, a revisar ciertas prácticas. Fue una primavera bella, esperanzadora. Desde mi vereda, sentía que podía contribuir observando, apoyando, entregando algunas claves, los más perdidos, los más dolidos, los más vencidos, ellos (los colegas, los estudiantes) los hombres. Me pregunté y sigo preguntando por qué han demorado tanto en desaprender, cuánta re- sistencia a perder el poder, qué lamentable es seguir atrincherándose en esas masculinidades tóxicas. 2º Acto: La respuesta de las instituciones superiores «¡Qué se creen estas niñitas que piensan que se vienen a la universidad a exigir derechos y no a estudiar! ¡De qué derechos me hablan! vienen a hacer politiquería, cuando lo único que tienen que hacer es estudiar ¡para eso sus padres pagan!» es lo que escuché en voz no solo del profesorado masculino que detenta los cargos de dirección, sino que también de colegas mujeres que callaban o bien contribuían a estos discursos. Conversatorios, diálogos que solo atendían a «explicarle» al profesora- do por qué ocurría esta «revolución», disposición a investigar situaciones acalladas o conductas que debían ser sancionadas en las instituciones supe- riores, pero principalmente buscar las alternativas para la persecución y san- ción de las estudiantas que habían incurrido en el «daño» de la propiedad privada. La preocupación también era la fuga de estudiantes por los excesivos paros y toma de las instalaciones prohibiendo así el curso de las materias y la necesidad de avanzar en los contenidos que estaban en la planificación do- cente. Solo eso. 3º Acto: «el violador eres tú» La realización masiva y reiterada de la performance «El violador eres tú» fue un aliciente para las estudiantes que, atendiendo a algunas de sus demandas

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