Nos seguimos movilizando: la revolución será feminista o no será

45 Alzar la voz El miedo es un bloqueo emocional, nos limita y atormenta, perdemos la capacidad de ver lo esencial y aspirar a una buena convivencia entre las personas. Muchos débiles callan y acatan normas y obligaciones sin debatir ni especular estos mandatos siniestros, sino más bien se los apropian y rechazan a los que no se unen a estas ideologías anticuadas y perversas. Las personas pierden su pensamiento propio y descansan sobre el pensamiento del otro, dejándose llevar sin concientizar. Estos ideales solo sirven para fomentar la desavenencia y la discrimina- ción. Hija de Perra - Discurso en Arica 2013. Éramos caudal caótico —con discusiones, con llanto, controversias, risas—, buscando encaminar el flujo, sin miedo a la «destrucción» que implicaba, pues ya estábamos hasta el hartazgo del papel de «buenas mujeres», del mantenernos tranquilas y callarnos los dolores, estábamos cabreadas del pa- pel de indefensas, de ser nosotras las eternas víctimas que pisotean una y otra vez. Así fue como paulatinamente aprendimos a decir no, aprendimos a decir basta, después de tantos años que nos callaron. Decimos que «aprendimos» porque hablar no era tan fácil como solo mencionar lo que sucedía, nues- tra voz venía desde el estómago, desde una garganta apretada que encontró el enfrentamiento y la liberación. El solo hecho de denunciar y sacar la voz rompió toda la realidad en la que estábamos, la que estuvo cargada de violen- cia y vulneraciones que nos marcaron para siempre. Desde ahí en adelante entendimos que nada sería igual y nunca más habría un silencio cómplice, pero todo esto no pudo ser sin antes mirarnos unes a otres. Alzar la voz solo fue posible gracias al acompañamiento de todas quienes se reconocen bajo la opresión del patriarcado. Decir en distintos tiempos que no era culpa de la falda, del jumper, de la hora en que caminemos en la calle, denunciar la

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