Nos seguimos movilizando: la revolución será feminista o no será

41 Para muchas de nosotras la lucha feminista ya se estaba volviendo una lucha cotidiana, pero dispersa en distintas instancias, desde la asamblea de mi facul- tad (filosofía y humanidades) y la SESEGEN CEFH 4 , era algo que llevába- mos visualizando hace años, desde las denuncia por acoso por parte de profe- sores, intervenciones vestidas de brujas y la toma feminista de nuestra facultad el 2017, momentos que si bien eran de enojo por la lenta o nula solución a los problemas de acoso y/o violencia machista, también eran de alegría y emo- ción, de estar con nuestras compañeras luchando juntas, así nos movilizamos y logramos cumplir nuestro petitorio de manera casi completa. Al siguiente año continuábamos trabajando en mesas triestamentales nuestro petitorio, y si bien solo lo abarcábamos desde nuestro espacio, éramos conscientes de que este problema existía en toda la universidad y en el país, veíamos como el pro- tocolo, que era un gran avance, seguía siendo insuficiente, por lo que en cierta medida sabía que tarde o temprano este conflicto estallaría, porque cada vez eran más denuncias y no existía una solución concreta para la mayoría de ellas. Cuando la Facultad de Derecho es tomada por las consignas de la lucha feminista, tuvimos sentimientos encontrados; si bien nos alegrábamos porque todas las mujeres y disidencias de la Universidad de Chile querían hacer algo al respeto, también nos dio un poco de nostalgia por no haber sentido apoyo, cuando estuvimos en la misma situación. Independiente de esto, ya teníamos el petitorio y los estatutos universitarios estudiados y teníamos claro que con solucionar los problemas de nuestra facultad no era suficiente, y por eso de- cidimos participar de manera muy activa en la creación del protocolo y en buscar soluciones del conflicto. La primera gran asamblea en derecho fue muy masiva, todas queríamos hablar, contar lo que hacíamos en nuestros espacios, había tanto enojo, tanta indignación, pero también tanta alegría, cuando las vi a todas, reunidas, escuchándonos, fue hermoso, fue una sensación de sentirse llena, ya no me sentía sola, nos reconocimos y juntas queríamos cambiarlo todo. Luego comenzó la creación del petitorio, fue una de las experiencias universitarias más desgastadoras que tuve, eran reuniones todos los días en extensas jornadas, todo el día, viajando a los distintos campus, a asambleas de mujeres a nivel UChile, a las reuniones de redacción del petitorio, a las asambleas de mi facultad para debatir los puntos del petitorio, escuchar a tan- tas compañeras exponiendo sus problemas, cuando estaban en laboratorios, en salas de música, haciendo práctica, en los cursos de terreno, etc., y tener

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