Nos seguimos movilizando: la revolución será feminista o no será

27 Con cinco meses y medio de mi vida como madre, puérpera, bien puérpera, se acababa el permiso post natal y yo intentando convencerme de que volver al trabajo sería lo mejor para mí. Mi hijo quedaría bien cuidado por otra mujer, mi madre. Y es que la productividad la tenía ligada estrechamente al trabajo, esa labor sí que valía, sí que me mantendría alejada de mi revolución hormonal de ese entonces, llegando a justificarlo por mi salud mental. Y ahí llegué en marzo del 2018 a la facultad, de vuelta a mis labores como si nada hubiera pasado. Fueron meses difíciles, de poco dormir, de ansiedad de llegar a la hora para contener, jugar y dar pecho, sacarme un poco de leche, ya que por la ansiedad de asegurarle alimento a mi hijo menos mamaderas lograba llenar. Ahí en ese semestre me encuentro con la lucha aguerrida de las mujeres, estudiantes en su mayoría, que exigían los derechos de todas. Ahí, con mu- cho desconocimiento veía transcurrir el paro feminista. Sin mucha conexión, y no precisamente por el puerperio, sino que porque esa lucha aun no tenía lugar en mí. Ahí me di cuenta de que ser feminista es una condición de ser mujer; que la justicia debe ser para todas y por todas; comprendí el porqué de lo «personal es político»; la crianza y mi desarrollo como mujer en este nuevo rol me mostraron que la opresión se encarna día a día, que incluso la sostenía y justificaba. Hoy soy una mujer con las convicciones claras y estoy decidida para aportar a las transformaciones. No es un camino fácil, la violencia y la dis- criminación hacia las mujeres desesperanza, pero la imagen aguerrida de las estudiantes se mantiene viva en mi horizonte. Hoy entiendo que mi salud mental está donde yo me siento a gusto y con quien(es) deseo estar, y no por lo que me mandata la sociedad. María José Poblete, académica, Facultad de Medicina.

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