Nos seguimos movilizando: la revolución será feminista o no será
131 parte de los relatos recopilados, donde cada uno de ellos responden a los dife- rentes procesos vitales en que se encontraban las personas que participaron, considerando una recolección de escritos que se extendió por varios meses. Las palabras recibidas son testimonio de todo ese espectro de momentos y reflexiones que derivan en lo que se considera un hito en esta generación, y que abrió el camino para lo que se venía. La toma para nosotras fue un golpe personal que revivió todas las heri- das que alguna vez causó el patriarcado sobre nuestros cuerpos. Sin quererlo, estábamos reflexionando sobre nuestros agresores, los comportamientos de nuestros familiares, historias que escuchamos alguna vez de injusticias por ser niñas, mujeres, disidentes sexuales y/o de género. Cada persona fue in- terpelada en sus propios procesos, viendo cómo tomaba posición el entorno, las amistades, la familia y quienes fueran llamados a cuestionarse algo tan naturalizado como la violencia sistemática. Todo esto que habíamos vivido de forma individual se tornó en una sa- lida colectiva: una revelación para quienes el movimiento surgió como un espacio para sentir y vivir los dolores que deja el patriarcado, que al reco- nocerlos como compartidos, se abren las puertas para confiar en un otre. El acompañamiento entre personas con la motivación de transformar los espacios universitarios fue fundamental para sacar adelante los petitorios y requisitos de la movilización, pues se construyó sopesando las violencias per- sonales que cada integrante llevaba dentro. Teniendo en cuenta que un ambiente hostil había creado la resistencia, reflexionamos sobre la necesidad de apostar por un feminismo que abogue por la ternura como posición radical ante la indiferencia. Cada experiencia sobre violencias patriarcales es distinta, pero si algo tienen en común, es que se pueden abarcar desde la contención y el trabajo cariñoso de abrazar los dolores, abrazar finalmente ese proceso de develar, comunicar y restaurar la justicia hacia el cuerpo herido. Concatenar la rabia e incertidumbre con la acción de organizarse, es validar los diferentes sentires que acarrea la violen- cia machista, la movilización se torna en conexión con nuestros procesos de sanación. Reiteramos la relevancia de este libro como un ejercicio de archivo, me- moria y aprendizaje sobre los momentos que marcan pauta en la historia de las movilizaciones y del movimiento feminista. Más que escribir sobre «lo que fue» mayo del 2018, esperamos generar un insumo que permita abrir
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