Nos seguimos movilizando: la revolución será feminista o no será

129 cal se desplegaba con la intención correctiva y punitiva de que no éramos sujetas y sujetes legítimes para irrumpir en el espacio público y luchar por nuestras demandas. Sin embargo, la impunidad de nuestros agresores, el miedo y las amena- zas no nos inmovilizaron y en mayo del 2018, permutó en acción colectiva como una de las herramientas más disruptivas de la potente organización po- pular surgida. Que, si bien no se expresó en demandas de género visibles en los primeros momentos, donde fuimos testigo de un espacio eminentemente masculinizado dentro de la movilización, poco a poco se fue entretejiendo dentro de los principios centrales, sobre todo, luego del alcance mediático y político que tuvo la performance «Un violador en tu camino» del colectivo Las Tesis, traspasando las fronteras para irrumpir en los diferentes escenarios. La fuerza de mujeres y disidencias plasmaron nuestra participación protagó- nica en los cambios y en la construcción de estos. Nos tomamos las calles. Denunciamos colectivamente el maltrato patriarcal institucionalizado. Bata- llamos desde distintos frentes. Asambleas territoriales, cabildos, las calles, las brigadas de salud, las «primeras líneas». Nunca más sin nosotras. Este remezón de movilizaciones se encontraba de frente con la inminen- cia de la pandemia Covid-19. El inicio del 2020 transformaba a la fuerza las movilizaciones con el encierro y el aislamiento, debido a los masivos conta- gios y el colapso del sistema de salud. Es justo gracias a esto que se evidenció la fuerza de las mujeres como sostenedoras de la piedra angular de la socie- dad: la familia, pues ante una respuesta simplista del gobierno de #Queda- teEnCasa, fuimos las responsables principales (o únicas) de las labores de reproducción de la vida, quienes nos llevamos el mayor golpe por una doble presencia tanto en el trabajo doméstico y de cuidados como laboral, quedan- do al descubierto de manera crítica en el desdibujamiento de las fronteras en una situación de encierro. Del mismo modo, como método de resisten- cia y organización familiar, las mujeres populares alzaron ollas comunitarias en poblaciones y sectores vulnerables, conformando un espacio no solo de alimentación, sino de reflexión y acción colectiva entre participantes para

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