Nos seguimos movilizando: la revolución será feminista o no será

117 el que nadie podía hacer vista gorda frente a lo que se denunciaba. En esa línea, otras compañeras realzan el hecho de que la experiencia del 2018 logró permear espacios tradicionalmente no movilizados, existiendo paros, asambleas y conversatorios en universidades que no se habían articula- do antes, lo que nos habla de la magnitud de la movilización, que no dejó in- diferente ni siquiera a las autoridades políticas nacionales, quienes tuvieron que pronunciarse frente al tema. Dicha instalación de las demandas feministas en lo cotidiano y en lo pú- blico, se extiende igualmente dentro de los movimientos sociales; sobre ello María José reflexiona lo siguiente: Quizás se integró dentro, porque el feminismo logró integrarse como piedra angular de los movimientos sociales , de los petitorios de las organizaciones sociales, etcétera. Ya no como un riñón dentro del petitorio, acápite número 30 (risas). Sino que, como un pilar funda- mental de todo, de todas las demandas de los movimientos, de las organizaciones. De este modo, la transversalización del feminismo no se entiende solo desde la noción de feminismo como identidad, sino también como movi- miento social, en la medida que se instala como una necesidad para la cons- trucción de sociedades más dignas. De ahí que también se re-validen sus vínculos con otros movimientos sociales. Así, María José rescata la clave in- terseccional a propósito de la relación entre las luchas vinculadas a temas de género, etnia y raza: Entonces yo creo que eso es lo bueno, la transversalización que se vio y en ese sentido, también, como muchos movimientos sociales toma- ron demandas del movimiento feminista dentro de ellos, porque se dieron cuenta que había mujeres (...) por ejemplo en el Wallmapu, está la lucha en el Wallmapu pero me acuerdo que te preguntaban siempre pero ¿Por qué la lucha del Wallmapu debería ser parte del pe- titorio feminista? Porque la mayoría de las personas que están en las comunidades son mujeres, son abuelas, son niñes. Entonces, a quie- nes más ataca la militarización generalmente es a ese entorno.

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