Nos seguimos movilizando: la revolución será feminista o no será
114 - Nos seguimos movilizando. La revolución será feminista o no será que fuimos capaces de leer bien el movimiento y no tratar de inventar la rueda, sino que también aprender de estrategia de luchas pasadas. Se va asentando la idea de que el Mayo Feminista del 2018 no se instala en el vacío, sino que responde a acciones y organizaciones previas, levantadas desde nuestros propios espacios universitarios, como, por ejemplo, el trabajo de diversas secretarías de género que fueron instalando temáticas feminis- tas sobre la mesa, desnormalizando prácticas comunes de abuso de poder, machismos y micromachismos en el aula, y alertando del abuso sexual entre estudiantes y desde profesores. Pero también a propósito del aprendizaje de las luchas y estrategias feministas de generaciones anteriores, ya que el femi- nismo no partió el 2018, pese a que para muchas fue la primera vez que dicha idea hizo tanto sentido. Un punto clave en el mapeo colectivo de los antecedentes, es rememorar el clima simbólico y emotivo de aquellos meses y años previos a la moviliza- ción, vinculados a una noción de dolor ante la violencia patriarcal sistemáti- ca, tal y como señala Constanza: El recorrido fue de mucho dolor. O sea, como que igual hay que hacer un ejercicio de que el 2018 no fue todo bonito. De hecho, nace del dolor, nace de la contención de nuestras compañeras, nace de la vio- lencia patriarcal de las instituciones, nace de la violencia patriarcal de los dirigentes estudiantiles. Y eso desborda en una expresión de ma- nifestación que da cuenta, no cierto, de que ya no más. Entonces eso hoy día nos deja nuevas formas de relacionarnos en distintos espacios. El 2018 da cuenta de un proceso de articulación política que surge del dolor, el que se instala como elemento central y nos lleva en algún momento a mirarnos y reconocernos en la experiencia compartida que nos afecta. Es en la colectividad, que el dolor adopta otro tono ante la sorpresa de su extensión en los corazones de todas nosotras; nos resulta inaudito y hasta escandaloso como muchas cargábamos solas ese pesar tan normalizado. Así, desde esta in- quietud compartida y en el tránsito hacia la colectividad, logramos permutar ese dolor en acción. Ya no estábamos solas, nos teníamos a nosotras.
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